domingo, 5 de noviembre de 2017

La perseverancia y la paciencia en nuestra oración

No pidas: “¡Dame ahora!”. Al contrario, dí: “¡Que se haga Tu voluntad! Si me ayudas, Señor, ¡gloria a Ti! Y si no, ¡gloria a Ti!”. Ofrécele tu paciencia.

Agradécele a Dios, en primer lugar, porque, gracias a Su infinita misericordia, te permite a ti, que no eres nada, que abras tu boca y hables con Él en oración. Porque ese dirigirnos a Dios, orando, es la condición para recibir Su piedad, aunque Él ya sepa lo que necesita cada quien.



La oración es abrir los labios para recibir las bondades del Señor, pero solamente esas bondades que Él desea darnos, no las que quieres tú. Por tal razón es que no recibimos todo lo que pedimos.

No pidas: “¡Dame ahora!”. Al contrario, dí: “¡Que se haga Tu voluntad! Si me ayudas, Señor, ¡gloria a Ti! Y si no, ¡gloria a Ti!”. Ofrécele tu paciencia.

Que tu oración sea como elevar las manos para recibir el don, ese que el Señor te dará cuando crea conveniente.

(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Viața lăuntrică, Editura Sophia, în col. Părinți ruși, p. 152-153)
fuente Doxologia

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