No hay alegría más grande: Ante el fracaso y la gloria«Somos unos servidores inútiles: no hemos hecho otra cosa que nuestro deber» (Lc 17,10)
Sé siempre fiel en las cosas pequeñas, porque en ellas reside nuestra fuerza. Para Dios no hay nada pequeño. Nada disminuye. Para él todas las cosas son infinitas. Practica la fidelidad en las cosas más mínimas, no por su propia virtud, sino porque la cosa más grande es la voluntad de Dios –y que yo misma respeto infinitamente-.
No busques actos espectaculares. Deliberadamente debemos renunciar a todo deseo de contemplar el fruto de nuestra labor, cumplir solamente lo que podemos, de la mejor manera que podamos, y dejar el resto en manos de Dios. Lo que importa es el don de ti misma, el grado de amor que pones en cada una de tus acciones.
No te permitas desalentarte frente a un fracaso, si has hecho lo mejor que has podido. Rechaza también la gloria cuando consigues éxito en tu empresa. Dáselo todo a Dios con la más profunda gratitud. Si te sientes abatida, es señal de orgullo que manifiesta cuanto crees en tu propio poder. No te preocupe lo más mínimo lo que piensa la gente. Sé humilde y nada te molestará jamás. El Señor me ha puesto en este trance donde estoy, él mismo me librará.
Teresa de Calcuta
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