Santa Isabel Ana Seton
En el Evangelio de hoy leemos que el Hijo de Dios se hizo hombre en la Persona de Jesucristo y que vino al mundo con el fin de salvar a la humanidad, pero cada uno debe dar su consentimiento personal para recibir plenamente el don inmerecido de la salvación. Si deseamos recibir la vida nueva para la que Dios nos creó, debemos conocer personalmente a Jesús y ser transformados por su gracia. Por eso, a fin de que la buena nueva de la salvación llegase a más personas, Cristo comenzó a reunir a seguidores desde el principio de su misión mesiánica, para que ellos conocieran el amor de Dios y luego difundieran la noticia.
Poco después de su bautismo, Jesús llamó a sus dos primeros discípulos, Andrés y Simón Pedro. Eran seguidores de Juan el Bautista, pero aún no habían conocido la verdad que buscaban; por eso, Jesús los invitó a quedarse con él ese mismo día. Viendo el interés de estos dos discípulos, el Señor los invitó a venir a ver dónde él vivía. Ellos fueron y se quedaron con él toda la jornada, porque indudablemente escucharon un mensaje de gran interés y vieron la conducta de un hombre santo; tanto fue así que comenzaron llamándole “Rabí”, pero terminaron afirmando: “Hemos encontrado al Mesías.”
Reflexionando sobre la fe que se despertó tanto en Andrés que fue en busca de su hermano Pedro para contarle que había conocido a Jesús, San Juan Crisóstomo escribió lo siguiente: “Andrés se quedó con Jesús un largo rato y aprendió mucho conversando con él, pero no se guardó para él solo el tesoro, sino que de prisa fue a buscar a su hermano para compartir con él… ¡Cuánto fue lo que aprendió en tan poco tiempo…! Sus palabras le brotaron del corazón, porque ansiaba presenciar la llegada del Mesías y… mientras esperaba quiso predicar la buena nueva a los demás.” (Homilías 19)
Después de pasar el día con Jesús, Andrés y Pedro emprendieron el camino del discipulado, que los fue transformando en apóstoles, es decir, los que trabajan para llevar a otros a conocer a Cristo Jesús. Y no es menos lo que el Señor desea para nosotros.
“Amado Jesús, permite que la presencia de tu Espíritu Santo me transforme interiormente y suscite en mí el deseo de difundir la buena noticia, no solo en estos días, sino durante todo el año.”1 Juan 3, 7-10
Salmo 98(97), 1. 7-9
fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros
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