En 1979, dirigí un retiro para chicas de una universidad católica de la India. Luego una de las chicas me escribió una carta diciéndome que su hermano salió de su casa y fue a vivir con los jipis a la ciudad de Goa, porque habían descubierto que él era drogadicto. Ella me pidió que orase por él para que volviera a casa.; Respondí su carta diciéndole: “No voy a orar para que él vuelva a casa, para volver como él se fue. Voy a hacer algo mejor: voy a rezar para que él tenga una total conversión para una vida nueva”.
No pasó mucho tiempo y ella me escribió contándome lo que había pasado. Ese muchacho fue a hacer un retiro con otros jóvenes que le dijeron: “Hay un retiro para Jóvenes y estamos yendo para pasarla bien. Vamos a llevar las drogas y las jeringas. También oímos decir que habrá muchas chicas”.
Pero fue en aquel retiro que el Señor cambió su vida. Èl entró en el proceso contemplo que llamamos cura interior.
Aquel retiro lo ayudó a encontrar las causas profundas de sus problemas, que es siempre el primer objetivo de la acción de Dios: ayudarnos a conocer del modo que él conoce, no de forma superficial, sino profundamente, nuestro corazón.
Él encontró la razón, el porqué de que toda su vida esté en una confusión: la muerte de su madre.
A los cinco años, su madre murió quemada delante de sus propios ojos intentando sacarle los fósforos con los que estaba jugando.
¡Pueden ustedes imaginar el trauma en esta criatura! Y su abuela todavía le decía: “Tú causaste la muerte de tu madre”.
Su padre era coronel del Ejército indio, no tenía tiempo para dedicar a las criaturas y las envió a la casa de sus parientes para que cuidasen de ellas. Y ellos tuvieron que enviarlas a escuelas de internados.
El pequeño joven Mateo sufrió demasiado, odiaba a todo. Cuando llegó a la universidad todo ese resentimiento salió hacia fuera y comenzó a hacer cosas erradas.
Los jóvenes, normalmente, hacen cosas erradas solamente para herir o provocar a alguien. Es como un tipo de venganza. Él comenzó a fumar, beber, tomar drogas.. Un día, cuando su padre fue a una reunión a la escuela, se enteró de que el joven había faltado casi el año entero, fue a dar clases solo tres días. Le contaron que su hijo era drogadicto y lo castigó físicamente, por eso Mateo se fue de la casa.
En el retiro Mateo descubrió las razones por las cuales su vida estaba de es modo. Era la muerte de su madre que él ya tenía olvidada.
En segundo lugar, aquel retiro ayudó a remover los bloqueos para su cura. Perdonó a todos: a Dios por haberlo dejado sin madre, a su madre por haber muerto y haberlo dejado solo, a su abuela, a su padre. Pidió perdón a los profesores de la escuelas y a las personas a las que él había herido. Renunció a las prácticas ocultas que estaba practicando. Él había llevado al retiro unos pequeños ídolos hindúes que siempre tenía en su bolso como protección, y en la noche del primer día de retiro, los sacó y tiró al río.
Este fue el segundo paso de la cura interior: remover los bloqueos de falta de arrepentimiento, falta de perdón y de haber participado de prácticas ocultas.
A partir de ese día Mateo entró en el tercer paso de la cura interior que es alabar a Dios.
Mateo alabó al Señor diciendo: “Padre del cielo, no sé cómo te llevaste a mi madre cuando yo era tan pequeño. Sé que nunca voy a descubrir por qué pasó esto conmigo, y tampoco quiero saberlo. Solo quiero alabarte porque, en tu plan maravilloso para que mi vida, esto pudo haber sido la mejor cosa que me sucedió”.
Alabar significa: entregar nuestros problemas al Señor. Pero primero es necesario aceptar que esto viene de Él, agradeciendo de corazón.
¿Como supe yo que Mateo estaba curado? Antes no podía siquiera pronunciar el nombre de su madre, y ahora pasó a dar testimonio de su muerte. Faltaba a los exámenes de la escuela, no llevaba sus estudios en serio y luego se volvió el mejor alumno de la universidad. Además, se encontraba frecuentemente con su padre.
Hoy su familia es una de las más importantes del Catolicismo de la India. Todos están en la Renovación Carismática.
Mateo fue a otra universidad y me escribió invitándome a dar un retiro para los profesores y los directores. Yo pensé que ningún profesor vendría al retiro de la Renovación, pensé que solo tal vez uno o dos. Pero todos, los cien profesores y los diez padres de aquella universidad fueron. Aquel joven estaba predicando en el retiro junto conmigo para sus propios profesores, porque ellos vieron mucho cambio en su vida.
Seis años atrás recibí una llamada de él diciéndome que después de sus estudios en la universidad hizo un examen donde estaban inscriptas cincuenta mil personas para un cargo muy importante en el gobierno de la India. Fue él escogido y las bendiciones comenzaron a llegar a su vida. Él me dijo: “Padre, ahora soy gerente de una gran industria de la India; pero rece por mí, estoy yendo para las islas Mauricio; fui nombrado como gerente allá”.
Un año más tarde él me telefoneó pidiéndome para que fuese a las islas Mauricio a predicar en un encuentro carismático. Fui hasta allá en 1997 y nuevamente en 1998. Había muchos grupos de oración en francés y él comenzó a implantar la Renovación en inglés. Pude ver el inmenso bien que estaba haciendo allá.
Hoy está casado y tiene cuatro hijos pequeños. Es el líder de la Renovación Carismática en todo el país y está llevando a personas hacia el Señor. El obispo de aquel país tiene total confianza en él.
Este es el efecto del perdón, del arrepentimiento y de la cura interior. Cuando te encuentras con Jesús en la eucaristía, lo que Dios hizo en la vida de Mateo puede hacerlo en la tuya.
He visto en todos estos años que Dios con frecuencia usa instrumentos arruinados, pecaminosos, débiles, rechazados, para el trabajo de evangelización, de cura, al servicio del pueblo. Pero son instrumentos que fueron restaurados, curados y llenados del poder del Espíritu Santo para realizar el trabajo que Dios les confió.
Del libro: “Pasos para la sanación”
Padre Rufus Pereyra
fuente: Portal en español CANCIÓN NUEVA
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