El discernimiento es una habilidad o capacidad dada por Dios para reconocer la identidad (y muchas veces, la personalidad y la condición) de los “espíritus” que están por detrás de diferentes manifestaciones o actividades. Este don, esencial para la Iglesia, es generalmente concedido a los pastores del rebaño de Dios y a los que están en posición de guardar y de guiar.
Como podemos ver en la definición de arriba, ese don de Dios nos ayuda a percibir el origen de una intuición, de un pensamiento, la causa de un comportamiento – especialmente cuando este se nos presenta de forma extraña. El discernimiento, es un don “protector de la comunidad y protector de todos los otros dones”.
Como don (discernimiento de los espíritus) no procede de las capacidades simplemente humanas ni de deducciones científicas que podamos haber adquirido. “El discernimiento es intuición por la cual sabemos lo que, verdaderamente, es del Espíritu Santo”
El discernimiento también puede ser visto como una especie de visión o sensibilidad; es una revelación espiritual de la operación de los diferentes tipos de espíritus en una persona o en una situación; es el medio por el cual Dios hace que los cristianos tomen conciencia de lo que está sucediendo.
Después de todas estas definiciones, nos podemos preguntar: ¿Cuál es el beneficio que nos da ese don, al ser usado de forma adecuada? ¿Cómo utilizarlo? ¿Cómo debe ser utilizado por las personas, cuando estas viven situaciones complejas? ¿Cómo deben proceder esas personas a partir de la orientación adecuada y segura que el discernimiento les dio?
El uso del don de discernimiento
El carisma en estudio nos permite actuar de forma correcta ante un hecho o situación que tenemos en mano, en el momento. Nos permite identificar la causa de esa situación especial, pudiendo, así, descubrir la raíz, lo que la origina, encaminándonos hacia una situación acertada y feliz.
El uso del don nos ayuda, por lo tanto, a conocer el espíritu, esto es, el principio animador (anima = lo que anima, mueve, moviliza, etc.). Con el, podemos llegar, con facilidad, al origen de una inspiración y confirmar de donde proviene:
Si proviene de Dios (o de Dios por medio de sus ángeles, sus mensajeros);
Si tiene origen en la mente humana (la cual puede estar sana, enferma, desequilibrada o alterada);
Si proviene de espíritus malos (del demonio o de influencias maléficas).
Si tiene origen en la mente humana (la cual puede estar sana, enferma, desequilibrada o alterada);
Si proviene de espíritus malos (del demonio o de influencias maléficas).
El discernimiento nos ayuda, también, a distinguir lo cierto de lo errado, lo verdadero de lo falso, orientando nuestras vidas en la fe y en la doctrina de Jesucristo. El Señor tiene para nosotros ese gran don, ese precioso don, que es el discernimiento de los espíritus. Mas allá que sea un don, que se nos da gratuitamente, es resultado, también, de nuestra caminata.
Necesitamos caminar y madurar y lo que nos torna maduros es la perseverancia, la oración, la Palabra de Dios y la docilidad. Y con la madurez también viene el discernimiento de los espíritus.
Que Dios te conceda este gran don. Tú puedes rezar ahora: Señor Jesús, te pido el discernimiento de los espíritus. Necesito mucho de este don para no confundir todas las cosas. No quiero saber de nada malo, no quiero confundirme. Quiero ser guiado, conducido, orientado por Ti. Dame, Señor, el don del discernimiento de los espíritus. Amen!”
Pido para ti la gracia de la caminata, del crecimiento, para que seas perseverante. Pido que, maduro, crecido y arraigado en Jesús, tengas todo el discernimiento para poder servir al Señor cada vez mejor, como bueno y prudente a quien el Señor puede confiar lo más preciado que tiene.
¡Ven, Espíritu Santo, y danos el don de discernir!
Padre Luizinho
Sacerdote de la Comunidad Canción Nueva
Sacerdote de la Comunidad Canción Nueva
Traducido por: Exequiel Alvarez
fuente: Portal en español Canción Nueva.
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