jueves, 4 de mayo de 2017

Meditación: Hechos 8, 26-40


Al escuchar que Felipe reaccionó inmediatamente a la moción del Espíritu Santo, algunos piensan: “Claro, él era discípulo y lo hizo sin dudar.”

Otros no son tan entusiastas y piensan: “Yo no soy de los que saltan al vacío.”

Pero eso no es sorpresa, porque Dios nos hizo a todos diferentes. Por ejemplo, es posible que cuando el Papa Francisco alienta a los fieles a ser evangelizadores, tú reacciones con entusiasmo y emoción, con temor o con una mezcla de las dos sensaciones. Pero hay en la raíz de nuestro llamado algunas cosas que vale la pena recordar.

En primer lugar, Dios no rechaza a nadie. Para los judíos del tiempo de Cristo, los etíopes eran la personificación de lo “diferente.” No sólo el color de su piel, sino su cultura y su lejanía de Jerusalén hacían que los judíos los miraran con desconfianza. Pero el Espíritu Santo corrigió ese pensamiento cuando llamó a un etíope a la Iglesia desde el principio.

Segundo, Dios quiere que el Evangelio se difunda. El Espíritu inspiró a Felipe a hablarle a un hombre que regresaba a su país de Etiopía, no sólo para que este hombre experimentara el amor de su Padre, sino para que él fuera un evangelizador que llevara la buena noticia de la salvación a su país. Es preciso que la noticia de Jesús siga difundiéndose hoy, ya sea al otro lado del mar o de la calle.

Tercero, el momento que Dios escoge es impecable. No siempre lo vemos tan claro como en la historia de hoy, pero Dios nos envía al lugar donde tenemos que estar, en el momento preciso para que se cumplan los propósitos de su reino. Felipe vio una oportunidad y no dudó en aprovecharla.

La tercera verdad es vital. Sin ella, es posible que las dos primeras lleven a alguien a caer en un exceso de celo evangelizador o en un gran sentido de culpabilidad si no logra el objetivo. Si tu quisieras hablarle de Cristo a una persona, pero no sabes cómo abordar el tema, relájate. Dios te dará la oportunidad en el momento justo. Entretanto, sigue rezando y manteniendo tu paz. Dios te presentará la ocasión cuando sea más oportuno.
“Amado Cristo Jesús, gracias por darme el ejemplo de tus siervos en la Biblia. Ayúdame a confiar en tu gracia cuando yo trate de dar testimonio de tu amor.”
Salmo 66(65), 8-9. 16-17. 20
Juan 6, 44-51

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

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