sábado, 6 de mayo de 2017

RESISTENCIA activa a la escucha

Desarrollar unos "oídos para oír" a Dios lleva tiempo. Todos presentamos una fuerte resistencia a la escucha. Para empezar, nos resulta muy difícil crear espacios vacíos en nuestra vida y abandonar nuestras ocupaciones y preocupaciones aunque no sea más que durante un rato. Sufrimos un verdadero miedo al espacio vacío. Nos preocupa tanto ser útiles, eficaces y poseer el control que la inutilidad, la ineficacia y los momentos incontrolables nos asustan y nos empujan directamente de vuelta a la seguridad de tener algo importante que hacer.

Pero más fuerte incluso que nuestro miedo al espacio vacío es nuestro miedo a oír realmente la voz de Dios. Sabemos que nuestro Dios es un Dios celoso para quien la única forma de sanar nuestra inquietud y nuestra sordera consiste en encontrar en él nuestra morada. Sabemos que la misericordia de Dios es una misericordia severa que no mina ni malcría, sino que es como una espada que penetra hasta el corazón, donde reside la verdad. Y aunque nos sintamos insatisfechos, no estamos completamente seguros de querer ir en la dirección en que Dios podría llamarnos. No estamos seguros de que nuestra autoimagen sea igual que la imagen que Dios quiere formar en nosotros. Quienes han escuchado realmente la voz de Dios han comprendido, por lo general que eran llamados a salir de sus lugares familiares y relativamente cómodos para ir a lugares a los que habrían preferido no ir. Esto ocurrió, por ejemplo, en el caso de los israelitas, que se quejaban a Moisés de que la desagradable certidumbre de Egipto les parecía preferible al impredecible vagabundeo por el desierto; y esto ha ocurrido con muchos hombres y mujeres que han seguido a Cristo y se han visto sometidos a persecución y a todo tipo de penosas pruebas.



La resistencia en forma de preocupación y distracción suele impedirnos ver la verdad de nuestra vida, escuchar la voz de Dios y vivir la vida espiritual. Escuchar con obediencia la voz de Dios exige ofrecer resistencia a todas las demás voces que compiten por atraer nuestra atención.

Henri Nouwen
"Dirección espiritual" pag. 41
Editorial Sal Terrae

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