lunes, 11 de septiembre de 2017

Que tu corazón no sea una fosa y una tumba

¿No es cierto que cuando eso sucede, mueres para Dios? Esto ocurre cuando el maligno esconde su preciosa plata en tu alma.









Tu corazón es una fosa y una tumba. Porque cuando el preceptor de la maldad y sus ángeles vienen a incubarse en el hombre, construyen caminos y senderos en su mente, por los que se pasean las fuerzas del demonio. Luego, ¿no es verdad que ese corazón se convierte en un infierno, una fosa, un sepulcro? ¿No es cierto que cuando eso sucede, mueres para Dios? Esto ocurre cuando el maligno esconde su preciosa plata en tu alma. Luego la mezcla con la vieja masa y la hace fuente agua pestilente. Pero, al comulgar del Cuerpo de Cristo, el Señor en entra al alma de quienes le buscan, descendiendo a las profundidades del infierno del corazón, para dictar: “¡libera al alma prisionera!”. Pensemos en un hombre atado de pies y manos con fuertes cadenas, y viene alguien y le libera.... lo mismo hace el Señor con el alma atada con las cadenas de la muerte: Él libera su mente y le permite descansar en el aire divino.

(Traducido de: Sfântul Macarie Egipteanul, Cele 50 de omilii duhovniceşti, cap. XI, 10—12, vol. 34, în colecţia „Părinţi şi Scriitori Bisericeşti”, pp. 139—140) - Fuente: Doxologia

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