Sólo la Gracia de Dios puede hacer del corazón del hombre morada permanente y segura de la paz celestial, que es una parte de la eternidad.
¿En verdad crees que la paz interior que anhelas depende del lugar en donde elijas vivir?
Créeme, la paz del alma no tiene nada que ver con el medio en donde vives. No es relevante si te hallas en la montaña o en el mar, en medio del ruido de la calle o en el susurro del bosque. Dondequiera que te encuentres, puedes alcanzar la paz del corazón, con dos condiciones: que luches para obtener la humildad y que respetes firmemente los mandamientos de Cristo. Él Mismo te dice: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.”
Y así es. ¿En dónde lo harás? Eso no importa.
Cuando vivimos con otras personas y nos comunicamos con ellas, es fácil obtener la conciencia de nuestras propias debilidades, mientras que, viviendo en soledad, tal privilegio desaparece. Y cuando, humillados por la suciedad de nuestra alma, le pedimos a Dios que se apiade de nosotros, Él no nos deja esperando por mucho tiempo. Él es nuestra paz. Así las cosas, no te dejes engañar. Ningún lugar, ninguna persona y ningún método puede asegurarnos, con certeza, la paz verdadera.
Sólo la Gracia de Dios puede hacer del corazón del hombre morada permanente y segura de la paz celestial, que es una parte de la eternidad.
(Traducido de: Sfântul Macarie de la Optina, Poveţe duhovniceşti, Editura Egumenița, p.53-54)
Fuente: Doxologia
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