“Yo soy la puerta, el que entra por mí se salvará” (Jn 10,9)
Empujo un alma hacia el dolor de mis dolores, otra hacia la alegría de mis alegrías o la imitación de mi pobreza y abyección, otra a la imitación de mi celo por las almas. Yo soy el Pastor y en el campo de mi amor crecen praderas infinitas. Alimento cada alma con la hierba que veo que le hace falta…
No busque tanto a excitar su alma o la de otros con el sentimiento que le parece más perfecto, y que lo es realmente, el amor. Más bien, trate de ser fiel y rendir las otras almas fieles a los sentimientos que yo mismo hago nacer en usted y ellas. No elija entre las hierbas que crecen en el campo de mi amor, ni para usted ni para los demás. Mejor, aplíquense a comer bien, a digerir las que elegí para cada uno. Disfruten del especial bien que quiero hacerles a todos y por el que les presento tales hierbas, cuando realicen lo que no les gusta a ustedes sino lo que me gusta a mí Soy yo el que hace en las almas lo que juzgo bueno, yo, que las hice, único que las conoce y sabe a qué las he destinado…
Su trabajo no consiste en absoluto a destinarlas hacia una determinada opción, sino, en todo momento, saber ver con qué hierba las alimento.
Beato Carlos de Foucauld (1858-1916)
ermitaño y misionero en el Sahara
Retiro de ocho días en Efrem, (Charles de Foucauld et la fraternité, col. Points Sagesses, Seuil, 2002), trad. sc©evangelizo.org
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