"El Espíritu Santo que mi Padre enviará en mi nombre os lo enseñará todo"
Los que tienen al Espíritu por maestro
no tienen necesidad del conocimiento que viene de hombres
pues, iluminados por la luz de este Espíritu,
miran al Hijo, ven al Padre
y adoran las Personas de la Trinidad,
el Dios único, que por naturaleza es uno de manera inexplicable. (…)
Detente, hombre; tiembla, tú que eres de naturaleza mortal,
y sueña que has sido sacado de la nada
y que saliendo del vientre de tu madre
viste el mundo que había sido hecho antes de ti.
Y si pudieras conocer la altura del cielo
o indicar cuál es la naturaleza del sol,
de la luna y de las estrellas,
donde permanecen fijos y cómo se desplazan (…),
O incluso la naturaleza de la tierra de dónde has salido,
sus límites y sus medidas, su anchura y su tamaño (…),
si has descubierto el fin de cada cosa
y si has contado la arena del mar
y si también has conocido tu propia naturaleza,
entonces podrás soñar con tu creador,
cómo en la Trinidad la unidad queda sin mezcla
y en la Unidad, la Trinidad sin división.
¡Busca el Espíritu! (…)
Posiblemente Dios te consolará y te dará,
como ya te dejó ver el mundo
y el sol y la luz de día,
sí, se dignará iluminarte ahora del mismo modo (…),
Te iluminará con la luz del Sol Triple (…)
Aprenderás entonces de la gracia del Espíritu:
que, hasta ausente, está presente por su poder
y que, presente, no lo vemos a causa de su naturaleza divina,
y que él está por todas partes y en ninguna.
¿Si buscas verlo de manera sensible,
dónde lo encontrarás? En ninguna parte, simplemente dirás.
Pero si tienes la fuerza de mirarlo espiritualmente,
Será él mismo quien alumbrará tu espíritu
y abrirá los ojos de tu corazón.
Simeón el Nuevo Teólogo (c. 949-1022)
monje griego
Himno 21; SC 174 (trad. SC p. 139 rev.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario