martes, 29 de noviembre de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 10,21-24


Evangelio según San Lucas 10,21-24
En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo:

"Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.

Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar".

Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: "¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven!

¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!".


RESONAR DE LA PALABRA

Dios que se deleita

¿Qué es lo que provoca una alegría tan pura y elemental en Jesús? El éxito misionero de los discípulos. Él había enviado a los discípulos en misión, y ellos regresan y narran cómo la gente recibió la buena noticia de la conversión y el arrepentimiento. El regreso de las almas al seno de su Padre no hace más que desencadenar su alegría. La reacción de Jesús atestigua la verdad de sus palabras de que hay más alegría en el cielo por el regreso de un pecador arrepentido que por el de noventa y nueve justos (cf. Lc 15, 7. 10). El corazón de Dios es el corazón de un padre/madre que se deleita en sus hijos y anhela su bien. En palabras de Jesús, "Dios no envió al Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por medio de él" (Jn 3,17), y cada alma que se salva le deleita hasta el fondo. ¡Cómo cambiaría nuestra vida si pudiéramos aferrarnos a esta imagen de Dios!

Paulson Veliyannoor, CMF

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

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