Durante el régimen comunista en Rusia, la Iglesia era considerada demasiado liberal. Daba demasiada libertad a la gente y se consideraba un peligro para el Estado. La iglesia fue odiada y la gente sufrió por su fe. En el Occidente secular la iglesia es nuevamente odiada pero por la razón opuesta. Se la considera demasiado conservadora porque no está de acuerdo con que la gente actúe como les plazca.
Verás, la iglesia es una institución tanto divina como humana, por lo que siempre criticará el tiempo presente con una perspectiva del futuro último con Dios. Resistirá el mal dondequiera que surja y siempre tendrá enemigos.Hoy en día, no muchos quieren oír que todos somos pecadores y necesitamos salvación. Por eso la cruz es tanto escándalo porque allí el Hijo de Dios muere por nuestros pecados. Somos más pecadores y imperfectos en nosotros mismos de lo que jamás nos atrevemos a creer, pero al mismo tiempo somos más amados y aceptados en Jesucristo de lo que jamás podríamos atrevernos a esperar.
Entonces, ¿estamos dispuestos a amar a quienes nos persiguen? Unos 90.000 cristianos fueron martirizados por su fe este año. Uno moría cada seis minutos.
En el mundo de hoy escuchamos cómo se difama a la iglesia y a los cristianos. En cuestiones culturales y morales acaloradamente debatidas (aborto, eutanasia, matrimonio entre personas del mismo sexo, anticoncepción, pena de muerte), la iglesia es vista como una barrera. Entonces nuevamente pregunto: ¿Tienes enemigos?
Amarlos no significa nunca oponernos a ellos, pero lo hacemos de manera que demostremos cuidado e interés genuinos, sin ánimo de venganza.
Jesús nos dice que “pongamos la otra mejilla”. Esto muestra nuestra apertura a reconciliarnos con quienes se nos oponen, a iniciar una relación sobre una nueva base de justicia y amor.
Este enfoque requiere decir la verdad con amor. El amor sin verdad es sentimentalismo; nos apoya y afirma, pero mantiene a la gente en negación sobre los efectos dañinos del pecado. La verdad sin amor, por otra parte, es dura y a menudo meramente crítica. Puede brindar información verdadera, pero de una manera que otros no pueden soportar escuchar.
Decir la verdad con amor genuino puede ser un desafío. Pero Jesús nos insta a amar a nuestros enemigos y a orar por quienes nos persiguen, para que todos seamos hijos de nuestro Padre Celestial.
Jesús partió el pan con quienes luego lo llevaron a la muerte y lo traicionaron. Tuvo comunión con amigos que se convirtieron en enemigos.
¿Podemos compartir el pan con nuestros enemigos? Solos no podemos perdonar y amar como deberíamos pero por eso Jesús murió en la cruz. Con él podemos verdaderamente desear que nuestros enemigos sean perdonados y sanados junto con nosotros.
¿Cómo empezar? Empieza por decir los nombres de aquellos a quienes le cuesta amar. Haga esto antes de recibir el pan de vida y, sí, la copa de la salvación.
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