Comencemos nuestra experiencia...
+ En el Nombre del Padre,
+ del Hijo
+ y del Espíritu Santo. Amén.
Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de Tus fieles y enciende en ellos el Fuego de Tu Amor.
Envía, Señor Tu Espíritu,
todo será creado y renovarás la faz de la tierra.
Oremos:
Oh Dios, que instruiste los corazones de Tus fieles con la luz del Espíritu Santo,
haz que apreciemos rectamente todas las cosas,
según Tu Santo Espíritu
y gocemos de Sus consuelos,
Por Cristo Nuestro Señor.
¡Amén!
Te pedimos, Señor, que esta Palabra se vuelva viva y eficaz
en nuestra vida y no vuelva a Tí, Señor sin producir en nosotros el efecto esperado.
Profeta Ezequiel 22, 30
Yo busqué entre ellos un hombre que levantara un cerco y se mantuviera firme sobre la brecha delante mí, pero no lo encontré.
Dios procura intercesores, un pueblo comprometido y rendido en ese grandioso ministerio que es el clamar insistentemente por intenciones, personas, naciones enteras, estados y ciudades. Necesitamos volver a creer en el poder de la intercesión y, principalmente, interceder con una fe expectante.
Aquella fe que me hace llevar un paraguas cuando voy a la iglesia para orar pidiendo lluvia y que el tiempo seco termine. Necesitamos orar con mucha fe de expectativa por el Papa, por los enfermos y oprimidos, obispos, padres, consagrados y consagradas, por los coordinadores pastorales, movimientos, líderes de la Iglesia y de la política. Dios dijo por la boca del profeta Ezequiel: "Yo busqué entre ellos un hombre que levantara un cerco y se mantuviera firme sobre la brecha delante mí, pero no lo encontré."
Hoy es el día de gritar al Señor: "aquí estoy, Señor, construyendo el mundo y voy a quedarme en la brecha delante de Ti, en la intercesión". No tengas miedo de ser osado en la intercesión, de que ella sea profética; no tengas miedo de lanzar palabras de bendición en los aires, de bendecir el país, pues en muchos momentos, lo que sale de nuestra boca es maldición.
Cuántos de nosotros un día no dijimos: "Este país no da para otra cosa, siempre lo mismo, es así!. Es eso lo que el diablo quiere: que desistamos de nuestra nación, de nuestro pueblo, de nuestra gente, pues el quiere hacer que el país sucumba en el mal, en la corrupción, en la prostitución; él quiere que el país sea conocido en el mundo entero por la violencia y la corrupción, por la sensualidad, o como un país sólo de fútbol. Pero Dios quiere que el país sea conocido por el pueblo santo que vive en el, por estadios que no son llenos sólo por 22 que corren detrás de una pelota sino por estadios llenos de gente que alaba y bendice al Rey de los reyes, al Señor de los señores, al Príncipe de la Paz.
El Señor sueña con calles y plazas llenas, no con protestas marcadas por la violencia, sino llenas de adoradores, de un pueblo intercesor que experimentará el cumplimiento de una promesa, de una profecía.
Un país rendido al Señor es un país con una economía estable, sin violencia; es un país saludable, próspero. No podemos perder el tiempo, Dios nos llama, levanta profetas e intercesores, despierta a los somnolientos y quiere -por el clamor de un pueblo que se coloca en la brecha - iniciar un nuevo tiempo en nuestra nación: tiempo de avivamiento, tiempo de bendiciones, tiempo de victoria.
Ríndete al Señor y colócate en la brecha.
Mortificación
Levántate a las tres de la mañana para interceder y profetizar el avivamiento sobre nuestro país, nuestra nación que tanto lo necesita. Dio lo espera!
Oración de clamor
Señor, si estabas buscando alguien que construyese un muro y se colocase en la brecha, acabas de encontrarlo: aquí estoy.
Quiero asumir ese gran llamado y esta gran misión que el Señor me confía, ser intercesor,
clamar para que la profecía del avivamiento acontezca en nuestro país, de creer, de tener una fe expectante y lanzar palabras proféticas sobre nuestra nación, para que todas las palabras de maldición sean quebradas.
El Señor utilizó en el pasado al profeta Elías para hacer llover, como también lo utilizó para que la lluvia viniese sobre Israel.
Úsame, Señor, a mi también.
Tal vez estemos en las mismas condiciones del profeta Elías, vemos una nube del tamaño de la mano del hombre, y, para un hombre de fe expectante, esa pequeña nube es suficiente para que ella cree una lluvia torrencial que será derramada sobre el país.
Quiero tener esa fe y postrarme a Tus pies en actitud de intercesión.
Despiértame, Señor, haz de mi Tu intercesor.
Necesito vivir todos los días en expectativa,
necesito caminar en lo sobrenatural, no puedo orar dudando.
Úsame, Señor, pequeño como soy, haz de mi Tu profeta,
haz de mi un intercesor auténtico y comprometido con Tu promesa de avivamiento.
Espíritu Santo de Dios,
incomódame, despiértame en la madrugada,
provócame para que sea ese intercesor que está siempre en la brecha.
No quiero ser un distraído, uno que elude,
quiero tener los pies en la tierra, asumiendo todas las promesas que hiciste,
y al asumirlas quiero verlas cumplidas en mi país y en mi vida.
Úsame, Señor, quiero ser intercesor,
quiero ser profeta de un nuevo tiempo, un profeta del avivamiento.
Ora en mi, Espíritu Santo de Dios,
intercede a través de mi por las necesidades y por la conversión del mundo entero,
ora e intercede por mi voz y úsame como Tu instrumento.
Amén!
Aleluia!
Gloria a Dios!
Deja al Espíritu Santo llevarte a la experiencia de un gran clamor para,
entonces, poder revelar lo que el tiene para tu vida.
Ora todo lo que puedas en lenguas.
Sobre la base de "Profecia do Avivamento"
p. Roger Luis - Canção Nova.
Adaptación de textos originales en português.
Aquella fe que me hace llevar un paraguas cuando voy a la iglesia para orar pidiendo lluvia y que el tiempo seco termine. Necesitamos orar con mucha fe de expectativa por el Papa, por los enfermos y oprimidos, obispos, padres, consagrados y consagradas, por los coordinadores pastorales, movimientos, líderes de la Iglesia y de la política. Dios dijo por la boca del profeta Ezequiel: "Yo busqué entre ellos un hombre que levantara un cerco y se mantuviera firme sobre la brecha delante mí, pero no lo encontré."
Hoy es el día de gritar al Señor: "aquí estoy, Señor, construyendo el mundo y voy a quedarme en la brecha delante de Ti, en la intercesión". No tengas miedo de ser osado en la intercesión, de que ella sea profética; no tengas miedo de lanzar palabras de bendición en los aires, de bendecir el país, pues en muchos momentos, lo que sale de nuestra boca es maldición.
Cuántos de nosotros un día no dijimos: "Este país no da para otra cosa, siempre lo mismo, es así!. Es eso lo que el diablo quiere: que desistamos de nuestra nación, de nuestro pueblo, de nuestra gente, pues el quiere hacer que el país sucumba en el mal, en la corrupción, en la prostitución; él quiere que el país sea conocido en el mundo entero por la violencia y la corrupción, por la sensualidad, o como un país sólo de fútbol. Pero Dios quiere que el país sea conocido por el pueblo santo que vive en el, por estadios que no son llenos sólo por 22 que corren detrás de una pelota sino por estadios llenos de gente que alaba y bendice al Rey de los reyes, al Señor de los señores, al Príncipe de la Paz.
El Señor sueña con calles y plazas llenas, no con protestas marcadas por la violencia, sino llenas de adoradores, de un pueblo intercesor que experimentará el cumplimiento de una promesa, de una profecía.
Un país rendido al Señor es un país con una economía estable, sin violencia; es un país saludable, próspero. No podemos perder el tiempo, Dios nos llama, levanta profetas e intercesores, despierta a los somnolientos y quiere -por el clamor de un pueblo que se coloca en la brecha - iniciar un nuevo tiempo en nuestra nación: tiempo de avivamiento, tiempo de bendiciones, tiempo de victoria.
Ríndete al Señor y colócate en la brecha.
Mortificación
Levántate a las tres de la mañana para interceder y profetizar el avivamiento sobre nuestro país, nuestra nación que tanto lo necesita. Dio lo espera!
Oración de clamor
Señor, si estabas buscando alguien que construyese un muro y se colocase en la brecha, acabas de encontrarlo: aquí estoy.
Quiero asumir ese gran llamado y esta gran misión que el Señor me confía, ser intercesor,
clamar para que la profecía del avivamiento acontezca en nuestro país, de creer, de tener una fe expectante y lanzar palabras proféticas sobre nuestra nación, para que todas las palabras de maldición sean quebradas.
El Señor utilizó en el pasado al profeta Elías para hacer llover, como también lo utilizó para que la lluvia viniese sobre Israel.
Úsame, Señor, a mi también.
Tal vez estemos en las mismas condiciones del profeta Elías, vemos una nube del tamaño de la mano del hombre, y, para un hombre de fe expectante, esa pequeña nube es suficiente para que ella cree una lluvia torrencial que será derramada sobre el país.
Quiero tener esa fe y postrarme a Tus pies en actitud de intercesión.
Despiértame, Señor, haz de mi Tu intercesor.
Necesito vivir todos los días en expectativa,
necesito caminar en lo sobrenatural, no puedo orar dudando.
Úsame, Señor, pequeño como soy, haz de mi Tu profeta,
haz de mi un intercesor auténtico y comprometido con Tu promesa de avivamiento.
Espíritu Santo de Dios,
incomódame, despiértame en la madrugada,
provócame para que sea ese intercesor que está siempre en la brecha.
No quiero ser un distraído, uno que elude,
quiero tener los pies en la tierra, asumiendo todas las promesas que hiciste,
y al asumirlas quiero verlas cumplidas en mi país y en mi vida.
Úsame, Señor, quiero ser intercesor,
quiero ser profeta de un nuevo tiempo, un profeta del avivamiento.
Ora en mi, Espíritu Santo de Dios,
intercede a través de mi por las necesidades y por la conversión del mundo entero,
ora e intercede por mi voz y úsame como Tu instrumento.
Amén!
Aleluia!
Gloria a Dios!
Deja al Espíritu Santo llevarte a la experiencia de un gran clamor para,
entonces, poder revelar lo que el tiene para tu vida.
Ora todo lo que puedas en lenguas.
Sobre la base de "Profecia do Avivamento"
p. Roger Luis - Canção Nova.
Adaptación de textos originales en português.
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