Cuando el tema es educación de los hijos surgen las dudas: ¿la relación con nuestros hijos está siendo marcada por falta o por exceso de amor?
Delante de un mundo en el cual predomina el desequilibrio económico, donde algunos países tienen exceso de riquezas y otros escasez de recursos, las personas acaban acostumbrándose a convivir con estas diferencias y a menudo, dejan de darse cuenta de las consecuencias.
En la formación de los hijos también podemos ver excesos o escasez en las relaciones. Por eso, necesitamos preguntarnos como anda el equilibrio de la afectividad en las familias, sean ellas carentes o no, y cuales consecuencias han sido cosechadas en la vida adulta.
Por supuesto, como responsables de las necesidades emocionales y físicas de los hijos, las acciones de los padres afectan en gran medida la constitución de la psiquis de los hijos. Pero la falta de tiempo y el exceso de culpa ha penetrado muchas relaciones y ha traído muchos sufrimientos. Por eso, es momento de estar más presentes y no asumir la responsabilidad de las decisiones que son tomadas por los hijos, y que no pertenecen a los padres.
Las madres, en el papel maternal, generalmente proporcionan lazos afectivos y amor incondicional a sus hijos, y aún no concordando con las actitudes de ellos, no los abandonan ni se rinden a los imposibles. Sin embargo, la escasez de tiempo, la necesidad de vencer en el mundo profesional y la opción de dejar a otra persona en su lugar puede llevarlas a un vacío. Al contrario, una madre que no trabaja, no tiene proyectos, puede pasar un tiempo en exceso con los niños, llevándolas [las madres] a considerar la maternidad como una carga.
Después, por ser responsables por la felicidad de la madre, muchos hijos adultos presentan una cuenta afectiva alta, que los impiden a seguir la vida. El equilibrio en la dosis de afecto maternal definirá quienes serán los hijos emocionalmente.
Otro punto importante es la relación de la pareja, porque es la madre que abre espacio para la relación entre padre e hijo(a); a menudo, las personas compiten por el amor del hijo, dificultando la creación de vínculos que van a organizar la afectividad de los hijos con los padres.
Es importante que la pareja invierta en la vida de a dos y también en la convivencia con los hijos, son amores diferentes que bien equilibrados, se completan.
Los hijos son importantes, pero no son la única prioridad de la pareja.
Los padres, en el papel masculino, contribuyen con el cumplimiento de la ley, hacen el corte entre la madre y el hijo, permitiendo que éste se vea como un individuo. Cuando llega el tiempo de que el hijo busque nuevos horizontes, hace la invitación para salir del nido en busca de la libertad, la cual trae responsabilidad y derechos. Las opciones hacen parte del proceso de madurez.
Algunos padres se exceden en las leyes y gastan poco tiempo en la convivencia que ayudaría en este aprendizaje, o, por inseguridad, dificultan la salida de casa, creando hijos dependientes y frágiles.
Por supuesto que los niños, no restringen sus relaciones solo a los padres. A la medida que crecen, expanden la convivencia social, pero, en la primera infancia, las referencias que marcan la existencia de las personas proviene del ambiente familiar.
La demostración de afecto varía de persona en persona.
Algunos dan mucho cariño, otros lo brindan en la educación o tiene una forma practica de solucionar problemas, no importa la forma, pero el niño necesita sentirse amado y valorizado para poder amar y valorizar al otro.
El texto nos lleva a una reflexión: ¿la relación con los hijos esta siendo marcada por la escasez o por la abundancia? O has encontrado el equilibrio que posiblemente, formará adultos más saludables y comprometidos con el equilibrio del mundo.
Angela Abdo
Coordinadora de grupo de madres que rezan por los hijos de la Paroquia San Camilo de Lelis (ES) y asesora en el Estudio de las Directrices para la RCC Nacional
fuente Portal Canción Nueva
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