¡Qué palabras tan drásticas! San Juan afirma que la fe en Jesús es cuestión de vida o muerte; más aún, es algo de vida eterna o de muerte eterna, y todo depende de las decisiones que tomemos ahora. Dios nos ha dado la libertad de aceptar su invitación o rechazarla.
En su esencia misma, el mensaje del Evangelio es realmente simple, ¿verdad? Si queremos tener la vida eterna, tenemos que creer en Jesucristo y hacer todo lo posible por cumplir sus mandamientos. Pero aunque es tan sencillo, también tiene ciertos aspectos de complejidad. Por ejemplo, San Agustín usó pasajes como éste para enseñar que sólo unas pocas personas llegarían al cielo. Pero otro gran padre de la Iglesia, Orígenes, usó este mismo pasaje y otros para enseñar que muchísima gente se salvaría. En gran parte, depende de cómo se entienda la misericordia de Dios y lo que significa “creer” en el Hijo de Dios.
Entonces, ¿qué podemos decir sobre este dilema? En primer lugar, que nadie sabe realmente cuánta gente habrá en el cielo. Es algo que sólo Dios puede saber. Y en segundo lugar, como no lo sabemos, una de nuestras prioridades más importantes ha de ser la de dar testimonio del amor de Dios y de la promesa de salvación a cuantos quieran escucharnos. ¡Después de todo, más vale estar seguros que lamentarse después! Si no compartimos el Evangelio con otras personas, nadie se enterará del mensaje de la salvación y mucha gente se privará de las promesas de Dios.
Pero todos podemos hacer algo al respecto. Comience poco a poco haciendo una lista de cinco personas que usted conozca y crea que están lejos del Señor. Cada día rece por ellos, pidiéndole al Señor que les toque el corazón y les ilumine la mente. Trate también de ayudarles en sus dificultades. ¡No sea tímido!
Es sorprendente el número de personas a quienes el testimonio de una vida transformada por Cristo les llega al corazón. ¡Con esta combinación de oración, ejemplo y testimonio usted realmente puede ver el cambio en la vidas de la personas!
“Espíritu Santo, quiero compartir el amor de Dios con mis familiares, amigos y conocidos. Ayúdame a sembrar las semillas del Evangelio y confiar que tú las harás crecer.”Hechos 5, 27-33
Salmo 34(33), 2. 9. 17-20
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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