Por lo general cada día todos hacemos muchas preguntas: ¿Cómo estás tú? ¿Qué estás haciendo? ¿Cuándo vienes a casa? ¿Qué hora es? ¿Qué hay de comida? Son preguntas tal vez triviales que hacemos a personas conocidas; pero cuando se trata de alguien a quien queremos conocer, lo normal es que la conversación se convierta en un nutrido intercambio de preguntas y respuestas, mientras los dos tratamos de captar un sentido claro de quién es y cómo opina y razona el interlocutor.
En el Evangelio de hoy, el Señor y el gentío están llegando a conocerse mejor, y Jesús aprovecha la oportunidad de ayudar a las personas a abrir la mente y el corazón para que lo conozcan a él.
La conversación comienza cuando ellos tratan de entender cómo y cuándo perdieron de vista a Jesús, pero en lugar de darles la respuesta que probablemente esperaban escuchar, el Señor les dijo “trabajen “por el alimento que dura para la vida eterna” y añadió luego que el único modo de realizar esta “obra” es creer en él.
Ahora, imaginémonos que, antes de esta conversación y del milagro de la multiplicación del pan, el Señor les hubiera dicho que “la obra de Dios” es creer. Seguramente, la gente no habría entendido lo que les trataba de decir. En cambio, el Señor utilizó la señal física del milagro y el deseo de la gente de recibir más de este pan, para enseñarles lo que significa ser alimentados espiritualmente por Dios.
En este pasaje vemos que a Jesús no le importa que le hagan preguntas. De hecho, le gusta que se las hagamos, porque es una señal de que queremos conocerle mejor; aunque el Señor no siempre nos da las respuestas que deseamos o esperamos escuchar. ¡A veces, incluso nos contesta haciéndonos preguntas él mismo! Y a veces, guarda silencio y eso nos desconcierta. Independientemente de lo que nos responda, su estrategia es siempre la misma: dejarnos deseosos de recibir más; incitarnos a seguir buscándolo a él y su gracia.
Jesús prometió que aquellos que piden, buscan y los que tocan a la puerta quedarán satisfechos. Lo mejor es que mientras más busquemos, más encontraremos. ¡Ojalá nunca nos cansemos de hacerle preguntas al Señor; nunca dejemos de recibir más de él!
“Señor mío Jesucristo, enséñame a buscarte hoy, hacerte preguntas y recibir tus respuestas con apertura y amor, porque quiero conocerte más y mejor.”Hechos 6, 8-15
Salmo 119(118), 23-24. 26-27. 29-30
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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