Comencemos nuestra experiencia...
+ En el Nombre del Padre,
+ del Hijo
+ y del Espíritu Santo. Amén.
Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de Tus fieles y enciende en ellos el Fuego de Tu Amor.
Envía, Señor Tu Espíritu,
todo será creado y renovarás la faz de la tierra.
Oremos:
Oh Dios, que instruiste los corazones de Tus fieles con la luz del Espíritu Santo,
haz que apreciemos rectamente todas las cosas,
según Tu Santo Espíritu
y gocemos de Sus consuelos,
Por Cristo Nuestro Señor.
¡Amén!
Te pedimos, Señor, que esta Palabra se vuelva viva y eficaz
en nuestra vida y no vuelva a Tí, Señor sin producir en nosotros el efecto esperado.
Profeta Ezequiel 9, 4
El Señor le dijo: «Recorre toda la ciudad de Jerusalén y marca con una "T " la frente de los hombres que gimen y se lamentan por todas las abominaciones que se cometen en medio de ella».
Quienes son estos hombres, marcados con la "T", con la señal de la cruz, que Dios reveló a Ezequiel? Son aquellos que estaban en medio de la desolación, de situaciones de idolatría, injusticia e inmoralidad, pero no estaban de acuerdo y planteaban al Señor por la liberación y conversión de aquella gente.
Una vez, leyendo un libro de Leonard Revenhil, fui impactado por una frase: "Hoy vemos muchas palmas, gritos y júbilos dentro de la Iglesia, y pocas lágrimas de conversión".
No podemos conformarnos con este mundo y no podemos colocarnos como los salvados, los perfectos, los santos y quedar indiferentes a los hermanos que están perdidos por el camino.
¿Cuántas personas que conoces se desviaron del camino del Señor y hoy viven una vida completamente perdida? Tal vez digas: "muchas, padre, hasta he perdido la cuenta". Y ¿qué has hecho por ellas? Tal vez me respondas: "¿No se delinea la oportunidad parar aproximarse?. Y yo devuelvo la pregunta: "¿Ya has llorado por ellas, delante del Señor, por los pecados de ellas"?
Dios mandó a Ezequiel marcar a aquellos que estaban llorando los pecados de Jerusalen, de los perdidos, los infieles. Tenemos que llorar los pecados de los corruptos de nuestros país, de los cuatro rincones de la nación, tenemos que echarnos a llorar por las mujeres que abortan; por los traficantes; por los prostituidos en todas las esferas de la prostitución; tenemos que llorar por los matrimonios destruidos, por las personas confundidas en su sexualidad y que se encuentran en una vida promiscua; tenemos que llorar por los caminos que nuestro país ha tomado, con las leyes que son aprobadas y se tramitan en las Cámaras de Senadores y Diputados, por los que mueren sin los sacramentos y apartados de Dios, por los que mueren de hambre y frío; mueren sin atención en los hospitales...
Tal vez hallas naturalizado todo al contemplar tantas tragedias y noticias que ya nada más te asuste. En este contexto, muchos de nosotros entramos en la "globalización de la indiferencia", mientras tanto, llegó el tiempo en que Dios está procurando, en nuestras ciudades, a aquellos que tienen el coraje de llorar por las malezas y los pecados de la humanidad.
Sal de la indiferencia y acepta el llamado del Señor.
En Fátima, en el año 1917, nuestra Señora se apareció a los pastorcitos, Francisco, Jacinta y Lucía, y le pidió a ellos: "Sacrifíquense por los pecadores y digan muchas veces, en especial siempre que hicieran algún sacrificio: "Oh Jesús, es por Tu Amor, por la conversión de los pecadores y en reparación por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María".
Dios está llamándonos a un serio compromiso: oremos por la conversión de los pecadores, lloremos y supliquemos por la conversión de todos los que están apartados del Señor.
Mortificación
Deja de comer aquello que más te gusta en el almuerzo, en la cena, y ofrécelo por la conversión de los pecadores. Levántate a las tres de la mañana y haz un momento de intercesión por los pecadores de tu familia, de tu barrio, de tu ciudad, de tu provincia, país... y del mundo entero.
Oración de clamor
Dios mío, Amado mío,
mi seguridad, mi refugio, mi torre fuerte, mi bien supremo,
me coloco delante de Tu Santísima presencia para reconocerme pecador,
frágil, pobre y miserable.
Verdaderamente, es así que me siento delante de Tu Santidad.
Perdóname por todos los pecados que he cometido contra mis hermanos
y llévame a experimentar Tu infinita misericordia,
Tu amor profundo.
Quiero tener un corazón quebrantado y contrito delante de los males de este mundo,
del sufrimiento de los hombres y mujeres que están amarrados al pecado,
seducidos por la serpiente.
Quiero amarrarme a Tus pies en intercesión por ellos.
No quiero ser indiferente a ningún pecador,
pues todos son mis hermanos, somos hijos del mismo Padre.
Quiero llorar como aquel pueblo en Jerusalem que lloraba por los pecadores de aquel lugar y que, por eso, recibió la marca, la señal, la cruz, pues estaban disconformes con el pecado, lo odiaban, pero amaban a los pecadores.
Que yo ame a los pecadores con una profunda compasión,
que sea capaz de sacrificarme por ellos,
de orar en la madrugada por la conversión de cada uno,
hasta por aquellos que no conozco.
Yo bien sé, por la fuerza de Tu Palabra, que el Señor no quiere la muerte del pecador,
sino que el se convierta.
Jesús, misericordia, cuántos han muerto en pecado, sin arrepentimiento y conversión,
porque hemos sido indiferentes, no hemos orado por ellos.
A partir de ahora, me comprometo, todos los días, a interceder para que los pecadores se conviertan, para que los que se apartaron del camino lo re-encuentren, que vuelvan, quiero ser un intercesor por los perdidos.
Úsame, Señor, en este ministerio, si quieres, dame don de lágrimas, quiero tener un corazón compasivo y misericordioso.
Escucha mi clamor, recibe mi sacrificio, quiero se usado por Ti, Señor.
Espíritu Santo, no me dejes olvidar el compromiso que estoy haciendo ahora Contigo.
Así sea!
Aleluia!
Gloria a Dios!
Deja al Espíritu Santo llevarte a la experiencia de un gran clamor para,
entonces, poder revelar lo que el tiene para tu vida.
Ora todo lo que puedas en lenguas.
Sobre la base de "Profecia do Avivamento"
p. Roger Luis - Canção Nova.
Adaptación de textos originales en português.
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