Sin un discernimiento interior correcto
siempre estaremos en el tren de los errores y negligencias
en nuestras decisiones, elecciones y juicios.
Si nos dejamos llevar por nuestros afectos e impulsos
las consecuencias son más desastrosas.
Tomamos decisiones precipitadas,
hacemos elecciones engañosas,
juicios limitados y, muchas veces,
irresponsables sobre las personas y las situaciones.
Corremos el riesgo de dejarnos llevar por las apariencias y por lo que "oímos decir", juzgando a las personas por la cáscara y no por la "esencia". Hablamos de lo que suponemos y no de certezas.
Transformamos ilusiones en hechos y hacemos de nuestras fantasías el motor de nuestras decisiones y el elemento central de nuestras conclusiones.
El camino es ser menos impulsivos al tomar decisiones,
y más sensatos y menos arrogantes al hablar.
Saber esperar.
Saber oír y hablar lo esencial.
Tener caridad al juzgar situaciones.
Purificar la mente y los sentidos de fantasías recurrentes de nuestros juicios e ilusiones.
No saques conclusiones precipitadas ni caigas en las garras de los "tribunales anónimos", donde todo el mundo juzga y condena a todo el mundo y cuando se pregunta quién habló, nadie sabe.
El sensato no tiene apuro en sacar conclusiones.
No habla de lo que no sabe.
No dice lo que oyó decir.
No juzga con criterios ajenos.
No escoge el camino que no sabe adónde va.
Por sobre todas las cosas cuidemos nuestras ansiedades y nuestras pasiones mal resueltas para que ellas no nos lleven al precipicio.
p. Roger Araujo
No hay comentarios:
Publicar un comentario