El camino de la transformación interior pasa necesariamente
por el vaciamiento de sí mismo.
No sirve de nada querer ser llenos de Dios si estamos llenos de nuestro ego "ensoberbiado" con nuestras vanidades y delicadezas. Estamos demasiado ocupados con nuestras cosas y con el mundo estresante en que decidimos vivir.
No encontramos espacios para el silencio y para la meditación y la oración.
Vivimos acumulando cosas en la mente y en el corazón.
nuestra fantasía se estrella con un pasado que no existe más,
vive distante del presente sin aterrizar en lo esencial y,
vislumbra un futuro que nunca llega.
Coleccionamos heridas, traumas, dolores, apreciamos lo negativo y damos mucho énfasis a cosas y situaciones que no conducen a nada.
Creamos dependencias afectivas que nos mantienen cautivos a personas y a sentimientos embarazosos.
Nacemos dependientes de nuestros padres. Con e tiempo pasamos a depender de cosas y sentimientos, pero lo peor es que morimos dependientes de nuestro egoísmo.
El vaciamiento de sí mismo hace de cada uno de nosotros personas libres y saca del cuerpo y de la mente el peso de nuestras exageraciones y del exceso de preocupaciones, recelos y miedos.
El vaciamiento interior es el trabajo delicado de sacar la mugre escondida,
el mal acumulado y los sentimientos confusos.
El camino de la libertad del alma y de la salud del cuerpo y de la mente tiene como exigencia liberarse de lo que es aparente y engañoso y abrazar lo que es esencial.
p. Roger Araujo
Adaptación y traducción del original en português.
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