domingo, 13 de noviembre de 2011
Tomar decisiones con Dios
Por P. Alberto José Linero Gómez, eudista
de su blog personal
Quien ha descubierto a Jesucristo como el Señor de su vida, sabe que ninguna decisión puede hacerse si no es de cara a Él. Esto es, quien ha descubierto la presencia salvadora de Jesucristo y comprendido la revelación del Padre que nos ha hecho y ha recibido el Don del Espíritu Santo ninguna decisión se puede tomar a espaldas de Él. Por eso lo primero es entrar en un proceso de oración, de diálogo, de captación de su voluntad en nuestra vida.
Dice San Juan Eudes, el fundador de mi comunidad: “La tierra que nos sostiene, el aire que respiramos, el pan que nos alimenta, el corazón que palpita en nuestro pecho, no son tan necesarios para la vida humana como la oración para llevar una vida cristiana… La oración es una elevación respetuosa y amorosa de nuestro espíritu y nuestro corazón a Dios. Es dulce diálogo, santa comunicación, divina conversación del cristiano con su Dios”. Si es de cara a Dios cómo el hombre puede conocerse y puede conocer cómo hacer su futuro. Es en un continuo diálogo con Dios en el que se descubre el misterio del corazón del hombre.
Para Juan Eudes está claro que la finalidad del hombre es conocer y amar a Dios y eso sólo lo puede lograr en la oración. Hay que tener presente que la felicidad no está en hacer cosas sino en seguir a Jesús. Para ello revisemos la escena del Joven Rico: “Al salir él, Jesús, para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino solo uno, Dios. Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre. El entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. Entonces Jesús, mirándolo, le amó y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas! Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el Reino de Dios”. (Marcos 10,17s).
Sino nos damos cuenta la pregunta del joven rico es ¿qué hacer para ganar la vida eterna? Está preguntado por qué cosas tienen que hacer para ganar la vida eterna. Como muchos está convencido que la felicidad está en la Hacer. Pero ha hecho todo lo que manda la ley y aún así no es feliz, porque la ley, el hacer no da felicidad. Lo que da felicidad es la relación con Jesús, es colocar a Jesús en el primer lugar del corazón y actuar desde Él.
Por eso la invitación de Jesús a seguirlo. Ir tras de Jesús es lo que hace feliz al hombre. Es por esto que lo primero que un hombre que está haciendo un discernimiento sobre su vida, quien esté frente a una decisión fundamental de la vida y se pregunte cuál es el camino correcto, lo que debe hacer es hablar con Dios. Orar. Ponerse en contacto con el Dueño de la vida y preguntarle como lo hizo Pablo: ¿qué debo hacer Señor? (Hechos 22,10).
En este sentido la oración no es decirle al Señor lo que se siente y se piensa sino que es escucharlo. Afinar el oído y tener despierto el corazón para captar lo que me está diciendo. No hay manifestaciones mágicas, ni voces de ultratumba; sino la capacidad de percibir qué dice para mí, porque de alguna manera mi vocación no es algo que me invento sino algo que encuentro desde mi Dios.
Publicado por Padre Alberto José Linero Gómez
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