¿Por qué Dios esta quietito?
¿Por qué no me habla?
¿Por qué no me responde?
Estas preguntas son tan comunes, ¿verdad?
Todo el tiempo queremos ver a Dios, sentirlo, oírlo, queremos que Él hable todo el tiempo, muchas veces queremos que nos de, a cualquier costo, lo que queremos.
Tenemos un secreto para contarte:
¡Dios es simple!
Es así, en nuestras búsquedas desesperadas por respuestas queremos que Dios hable, hable y hable. Pero detente ahí: Dios es simple, ¿entonces los que complicamos las cosas somos nosotros? Sí, somos nosotros.
Nuestra oración no debería ser desesperada, “yo quiero esa gracia, quiero y quiero”, parecemos un niño haciendo berrinche. Nuestra oración necesita ser de entrega, abandono, tranquila, sin la desesperación de que Dios necesita responder sí o sí. ¿Y cuando Dios no responde? ¿Cuándo él se queda quietito? Nuestra humanidad es probada, ¿Cierto? Eso hace parte de nuestra fragilidad humana, mucho más en nosotros los jóvenes que somos inmediatistas.
Santa Teresita dice: “Para mí, la oración es un impulso del corazón, una sincera mirada al cielo, un clamor de gratitud, el amor en medio de la prueba y de la alegría”.
O sea: rezo en la tranquilidad de que saber que Dios responde: amén si él no responde, amén también. Parece cosa solo de los santos, ¿verdad? Pero justamente ahí es que quiero llegar contigo: Dios nos quiere enseñar que Él esta siempre presente y escucha todas nuestras oraciones, nada pasa desapercibido en su corazón aunque humanamente pensemos que Él se olvidó de nosotros.
“La oración que hacemos va directamente hacia donde la oración de Jesús iba: hacia el corazón del Padre del cielo” You Cat (Catecismo Joven – 495)
Entonces, ¿podemos encontrar a Dios en una profunda experiencia como Moisés en la zarza ardiente? Sí, con seguridad. Pero también podemos encontrar a Dios en las cosas más simple de nuestro día a día. En una simple sonrisa Dios puede hablar contigo, ¿sabías?
Muchas veces esperamos que Dios se manifieste en un trueno o algo esplendoroso, y así no escuchamos nada. La simplicidad de Dios es tan profunda que solo quien hace la experiencia de tener intimidad con Él puede testimoniar. Y Dios desea estar cerca de nosotros mucho más que nosotros mismo, así como era con Moisés: “El Señor hablaba con Moisés cara a cara como quien habla con un amigo” (Ex 33,11).
¡Hermanos! Dios nos llama a vivir cerquita del Él, pero en la desesperación de escucharlo no conseguiremos salir del lugar. Deja que Dios hable contigo, Él quiere hablarte. Y si se queda quietito, es porque no es hora de que Él responda. Él sabe el porqué de todas las cosas y en el momento indicado tendremos las respuestas. Eso es un buen entrenamiento para el abandono y en verdad ése es el secreto de para que Dios hable y actúe: el abandono.
No te olvides del dato: “El querer de Dios, en tiempo de Dios, de la forma de Dios”
¡Dios es simple, no lo compliquemos!
FUENTE: Portal en español Canción Nueva.
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