domingo, 14 de octubre de 2012

Sana, Señor, mi corazón


corazónLos fariseos criticaban a Jesús por todo: por causa del ayuno, de las compañías, porque él y los discípulos recogían espigas de trigo y porque sanaba en sábado. Para ellos era un pecado hacer muchas cosas en este día.
El Evangelio nos muestra a Jesús en la sinagoga con los escribas. Ellos estaban atentos para ver si el Señor iba sanar alguien en un día de sábado. Al darse cuenta de lo que estaban pensando, Cristo les provoca llamando a aquel hombre enfermo (Mc 3,1-12) para el medio de la sinagoga y le pide que extienda la mano y, de inmediato. éste queda sano. Percibiendo que todos lo condenaban, el Señor se lleno de ira y tristeza al ver la dureza de sus corazones.
No sabemos quién estaba más enfermo: si el hombre con la mano seca o aquellos escribas, fariseos, maestros de la Ley, personas que enseñaban y conducían al pueblo dentro de los caminos de Dios.
¿Cuál de las dos enfermedades era peor: una mano paralitica o un corazón endurecido?
Mis hermanos, hoy es el día en que Jesús quiere operar sanaciones. Nuestra voluntad herida, nuestra poca fe y nuestros pecados van endureciendo nuestro corazón.
Por descuido, resentimientos, decepciones, maldades, rabias, rencores y venganzas, nosotros acabamos con el corazón endurecido, y eso, a menudo se refleja en nuestro cuerpo. Pero el Señor nos quiere sanar. Sólo tenemos que abrirnos a Él y dejar de actuar como los fariseos.
Reza conmigo: “Señor, sé que quieres sanar mi corazón endurecido. Señor, lo necesito. Tal vez no me di cuenta hasta hoy que mi corazón estaba insensible. Sana, Señor, mi corazón endurecido”.
¡Dios te bendiga!
Traducido por: Thais Rufino de Azevedo
Monseñor JonasMonseñor Jonas Abib
Fundador de la Comunidad Canción Nueva
fuente: Portal en español Canción Nueva.

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