Ron Rolheiser (Trad. Julia Hinojosa)
Lunes 08 de Octubre del 2012
John Shea, escribió un inquietante poema sobre Juan el Bautista. El poema comienza con el Bautista en la cárcel, al oír el baile por encima de su cabeza y sabiendo que esta a punto de morir decapitado. Extrañamente, no se siente demasiado molesto. Herodes está a punto de dar a la hija de Herodías la mitad de su reino y Juan presiente que por la negociación el mismo también podría morir, dado que él es sólo la mitad de un hombre. ¿Por qué se siente sólo la mitad de un hombre? Porque, como dice el poema, él es sólo un medio-profeta que sólo puede hacer un trabajo a medias. Así piensa el Bautista:
Puedo denunciar a un rey, sin embargo, no puedo entronizarlo.
Puedo quitar un ídolo de su poder, sin embargo, no puedo revelar el verdadero Dios.
Puedo lavar el alma en la arena, sin embargo, no puedo vestirla de blanco.
Puedo devorar la palabra del Señor como a la miel silvestre, sin embargo, no puedo atar sus sandalias.
Puedo condenar el pecado, sin embargo, no puedo quitarlo.
He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Puedo quitar un ídolo de su poder, sin embargo, no puedo revelar el verdadero Dios.
Puedo lavar el alma en la arena, sin embargo, no puedo vestirla de blanco.
Puedo devorar la palabra del Señor como a la miel silvestre, sin embargo, no puedo atar sus sandalias.
Puedo condenar el pecado, sin embargo, no puedo quitarlo.
He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Juan el Bautista es consciente tanto de su fuerza como de su impotencia. Puede señalar lo que está mal y lo que se debe hacer, sin embargo, después de eso, se queda indefenso, sin nada que ofrecer en términos de la fuerza necesaria para corregir el mal.
En esencia, eso es lo que aportamos a cualquier situación cuando criticamos algo. Somos capaces, a menudo con brillantez y claridad, de mostrar lo que está mal. Esta contribución, al igual que Juan el bautista, no debe ser infravalorada. Los evangelios nos dicen que, aparte de Jesús, no hay nadie más importante que Juan el Bautista. Sin embargo, al igual que Juan, la crítica, es sólo la mitad del trabajo, una profecía a medias: Puede denunciar a un rey, al mostrar lo que está mal, y puede lavar el alma en la arena, despegando las capas de óxido y suciedad acumuladas, sin embargo en última instancia, no puede darnos el poder para corregir ninguna cosa. Se necesita algo más. ¿Qué?
En esencia, eso es lo que aportamos a cualquier situación cuando criticamos algo. Somos capaces, a menudo con brillantez y claridad, de mostrar lo que está mal. Esta contribución, al igual que Juan el bautista, no debe ser infravalorada. Los evangelios nos dicen que, aparte de Jesús, no hay nadie más importante que Juan el Bautista. Sin embargo, al igual que Juan, la crítica, es sólo la mitad del trabajo, una profecía a medias: Puede denunciar a un rey, al mostrar lo que está mal, y puede lavar el alma en la arena, despegando las capas de óxido y suciedad acumuladas, sin embargo en última instancia, no puede darnos el poder para corregir ninguna cosa. Se necesita algo más. ¿Qué?
Cualquiera que haya tratado de superar una adicción puede responder a esa pregunta. Una mente clara, una visión clara de lo que hay que hacer, y una resolución firme de dejar atrás un mal hábito son sólo la mitad del trabajo, un primer paso, muy importante, sin embargo, sólo un inicio. La parte difícil está todavía por delante: ¿Dónde encontrar y cómo mantener la fuerza necesaria para cambiar realmente nuestra conducta y abandonar un mal hábito? Cualquiera que haya renunciado a una adicción dirá que, al final, no lo hizo por fuerza de voluntad, ó por lo menos no desde luego por su propia voluntad. La gracia y la comunidad fueron necesarias y fueron lo que en última instancia, proporcionaron lo que la fuerza de voluntad por sí sola no podía.
En un determinado momento, en los evangelios, Jesús dice a sus discípulos que es más fácil para un camello pasar por el ojo de la aguja, que para un rico entrar en el reino de los cielos. Los discípulos se quedan aturdidos y Pedro responde diciendo: ¡Si ese es el caso entonces es imposible! Jesús esta consciente de la respuesta y añade: Es imposible para los seres humanos, mas no para Dios. Cualquier persona que está en recuperación de una adicción sabe exactamente lo que Jesús quiere decir con eso. Ellos lo han experimentado: Saben que es imposible para ellos renunciar al objeto de su adicción - y aun y así lo están abandonando, no por su propia fuerza de voluntad, sino por un poder superior, la gracia.
Los evangelios hablan de esto como un bautismo y hablan de dos tipos de bautismo: el bautismo de Juan y el bautismo de Jesús, añadiendo que el bautismo de Juan es sólo una preparación para el bautismo de Jesús. ¿Qué es el bautismo de Juan? Es un bautismo de arrepentimiento, una comprensión de lo que estamos haciendo mal y una resolución clara para corregir nuestra mala conducta. ¿Qué es el bautismo de Jesús? Se trata de una entrada en la gracia y en la comunidad, de tal manera que nos da el poder interno para hacer lo que sería imposible que pudieramos hacer por nuestra propia voluntad.
Pero, ¿cómo funciona esto? ¿Es la gracia una especie de magia? No, no es magia. Toda la energía psíquica, emocional y espiritual está, por definición, más allá de una simple comprensión fenomenológica. En pocas palabras, esto significa que no podemos mostrar su funcionamiento interno. Toda clase de energía es un misterio. Sin embargo, lo que podemos trazar empíricamente es su efecto: las obras espirituales de ésta energía. La gracia funciona. Esto ha sido probado dentro de la experiencia de miles de personas (muchos de ellos ateos) que han sido capaces de encontrar una energía dentro de ellos que claramente no proviene de ellos, y sin embargo les da el poder de ir más allá de su fuerza de voluntad. Pregúntale a cualquier adicto en recuperación sobre esto.
Lamentablemente, muchos de nosotros, que somos creyentes sólidos, todavía no hemos comprendido la lección. Todavía estamos tratando de vivir nuestras vidas por medio del bautismo de Juan únicamente, es decir, por propia fuerza de voluntad. Eso nos hace unos críticos maravillosos, sin embargo nos deja sin el capacidad para cambiar realmente nuestras propias vidas. Lo que estamos buscando, y necesitamos desesperadamente, es una inmersión más profunda en el bautismo de Jesús, es decir, en la comunidad y en la gracia.
fuente: Portal Ciudad Redonda
No hay comentarios:
Publicar un comentario