Estamos transitando los primeros días del nuevo año, y en éste 14º Viernes de Adoración la Palabra que nos convoca, en torno a la Presencia Viva de Jesús, viene a reafirmar una verdad simple y poderosa: “En Él esta nuestra alegría”
La alegría es esencial en la vida humana. Conscientes o nó, caminamos siempre buscándola.
Pero, ¿cómo encontrarla en nuestra vida tan llena de desencuentros?
Miremos el pesebre. Jesús vino a revelarnos el Amor de Dios para que nuestra alegría sea como la de Él, perfecta. Aquí está la fuente de ésa alegría, saber que somos amados incondicionalmente, apasionadamente, y que nada puede privarnos de ése Amor.
Aún cuando muchas veces los sufrimientos golpeen nuestra puerta, necesitamos tener la certeza de que somos de Dios.
Naturalmente podemos experimentar sentimientos de abatimiento. No siempre resulta fácil vivir en la alegría, pero, si nuestra vida está centrada en Dios, es posible hacer convivir la tristeza y la alegría.
Miremos nuevamente el pesebre. En él, como en todo nacimiento, el dolor y la alegría pueden ser parte de un mismo acontecimiento.
Henri Nouwen en uno de sus libros enseña que podemos sentirnos poco contentos con relación a muchas cosas, pero, aún así, la alegría puede estar porque en nosotros, cristianos, la alegría proviene de la certeza del Amor de Dios.
Debemos darle un espacio central en nuestras vidas a ésta verdad!
No podemos ceder ante el desánimo y la tristeza.
No podemos darle chance de dominio al pecado.
¿el motivo, la razón…? ¡Dios no desiste de nosotros!
Precisamos expulsar decididamente el mal humor, las lamentaciones, las acusaciones, en particular de nuestros hogares, pues nuestros hijos y nietos, nuestros ancianos, esposos y esposas necesitan respirar un “oxigeno puro”, necesitan respirar a Dios, Fuente de nuestra alegría!
Recuerda, la Fuente es Él. ¡La Fuente está aquí, en medio nuestro, sobre el Altar!
Y es deber nuestro cultivarla sin cesar. Cultivar lo que viene de Él, lo que el Espíritu Santo siembra, aún en las horas difíciles.
¿Cómo…? La Palabra bien nos lo enseña, “no se inquieten por nada! En toda circunstancia presenten a Dios sus preocupaciones, mediante la oración, las súplicas, la acción de gracias. Y la paz de Dios, que excede toda inteligencia, habrá de guardar sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús” Flp 4,4ss
¡Gracias Señor, Tú eres para mí, Alegría y Refugio!
En Vos, Señor mío, está mi alegría. En Vos, Señor mío, descansa mi vida!
María, Arca de la Nueva Alianza, Portadora de la alegría, ruega por nosotros!
14º Zarza Ardiente
Pquia. San Miguel Arcángel.
Enero 2013
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