«Es verdad que Dios nos escucha? Y si lo hace, ¿por qué no obtengo lo que pido? Dos respuestas se pueden dar a esta cuestión, la primera y la más obvia es que nuestra mirada sobre las cosas es limitada y en la oración deberíamos intentar escuchar su voz y conformarnos con su designio de amor. Esta es la lección del Padrenuestro que en sus tres primeras peticiones nos llama a ponernos de parte de Dios: para que se haga la voluntad de Él, venga su reino, sea santificado su nombre. Lo contrario sería una suerte de magia que busca satisfacer los propios deseos, los propios intereses sin verificar si son o no son conformes al proyecto de Dios»«El mal nunca es un señor del último día, no: del penúltimo, el momento donde es más oscura la noche, precisamente antes de la aurora. Allí, en el penúltimo día está la tentación donde el mal nos hace entender que ha vencido: “¿has visto?, ¡he vencido yo!”. El mal es señor del penúltimo día: el último día está la resurrección. Pero el mal nunca es señor del último día: Dios es el Señor del último día. Porque ese pertenece solo a Dios, y es el día en el que se cumplirán todos los anhelos humanos de salvación. Aprendamos esta paciencia humilde de esperar la gracia del Señor, esperar el último día. Muchas veces, el penúltimo día es muy feo, porque los sufrimientos humanos son feos. Pero el Señor está y en el último día Él resuelve todo»
Francisco
Audiencia General
26-05-2021
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