Evangelio según San Juan 14,7-14
Jesús dijo a sus discípulos:"Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto".Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta".Jesús le respondió: "Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Como dices: 'Muéstranos al Padre'?¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras.Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras.Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre."Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré."
Queridos amigos y amigas:
En el texto de los Hechos de los Apóstoles, en la primera lectura, se nos presenta una problemática muy sentida por la comunidad cristiana primitiva: el rechazo del Evangelio por parte de los judíos y la predicación posterior a los paganos. Esta experiencia de la primera comunidad nos ofrece también a nosotros elementos que siguen siendo válidos para la misión de la Iglesia hoy. En primer lugar, debemos ser conscientes de la contradicción que genera la predicación del Evangelio.
Si bien es cierto que muchos se convirtieron con la predicación de los apóstoles, muchos también rechazaron fuertemente este anuncio. Esto nos consuela a nosotros hoy. Porque el anuncio de la Buena Noticia sigue chocando con la incredulidad, la indiferencia, la hostilidad. El texto de los Hechos de los Apóstoles nos hace ver que es normal que la predicación del Evangelio encuentre obstáculos y dificultades, ante los cuales no podemos desanimarnos. Llama fuertemente la atención cómo en medio de la persecución y del rechazo los discípulos del Señor se llenan de la alegría que viene del Espíritu Santo, por la certeza de seguir las huellas de Jesús, el justo rechazado por la humanidad y exaltado por Dios.
El tema fundamental del texto del evangelio es la relación entre Jesús y el Padre. El evangelista nos presenta que Jesús es el mediador que nos conduce a la comunión con el Padre. Jesús es el camino al Padre porque nos lleva a través de su misma persona: él está en el Padre y el Padre en él. De esta comunión reciproca entre Jesús y el Padre se comprende que el conocimiento de Jesús nos lleva al conocimiento del Padre (v.7). Para los discípulos el lenguaje del Maestro es confuso. Felipe le pide: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Hasta ese momento los discípulos no comprendían que se trataba de llegar al Padre en la persona de Jesús. Los discípulos no lograban reconocer en la presencia visible de su Maestro las palabras y las obras del Padre. Esta es una gracia a pedir: descubrir en Jesús el rostro del Padre. Solo mediante la fe llegamos a conocer y vivir desde está experiencia de comunión. Y esto es lo que permite a sus discípulos continuar la misión iniciada por Jesús. Jesús quiere animar a todos los que creerán en Él a participar de su misma comunión con el Padre y de su obra de salvación.
Fraternalmente,
Edgardo Guzmán, cmf.
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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