lunes, 22 de noviembre de 2021

COMPRENDIENDO LA PALABRA 221121


Darse todo, porque Cristo se ha dado todo

Mi Señor Jesús, qué pronto se hará pobre quién amándoos de todo corazón, no pueda soportar ser más rico que su Bienamado... Mi Señor Jesús, qué pronto se hará pobre, quien pensando que todo lo que se hace a uno de estos pequeños, es a Vos a quien se hace (Mt 25,40.45), que todo lo que no se les hace, es a Vos a quien no se hace, aliviará todas las miserias a su alcance... Qué deprisa se hará pobre, quien reciba con fe vuestras palabras: «Si queréis ser perfectos, vended lo que tenéis, y dádselo a los pobres... Bienaventurados los pobres... Todo aquel que deje sus bienes por mi, recibirá aquí abajo, cien veces más y en el cielo la vida eterna...» (Mt 19,21.29; 5,3). Y tantas otras.

¡Dios mío, no sé si es posible a algunas almas veros pobres y seguir a gusto siendo ricas, verse mayores que su Maestro, que su Bienamado, no quererse parecer a Vos en todo lo que de ellas depende y sobre todo en vuestras humillaciones; yo creo que ellas os aman, Dios mío, y sin embargo creo que falta algo a su amor, y en todo caso yo no puedo concebir el amor sin una necesidad, una imperiosa necesidad de conformación, de semejanza, y sobre todo de compartir todas las penas, todas las dificultades, todas las durezas de la vida... Ser rico, a mi gusto, vivir tranquilamente de mis bienes, cuando Vos habéis sido pobre, machacado, viviendo penosamente de un trabajo rudo! Yo no puedo, Dios mío... Yo no puedo amar así.

«No conviene que el criado sea mayor que el Amo» (Jn 13,16), ni que la esposa sea rica, cuando el Esposo es pobre... a mí me resulta imposible entender el amor, sin la búsqueda de la semejanza... sin la necesidad de compartir todas las cruces...



Beato Carlos de Foucauld (1858-1916)
ermitaño y misionero en el Sahara
Retiro de Nazaret, 11 noviembre 1897 (trad. Obras espirituales. Editorial San Pablo 1998)

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