El primer llamado, el primer testigo.
“¡Qué agradable y delicioso que vivan unidos los hermanos!” (Sal 132,1) Andrés, después de haber permanecido junto a Jesús (Jn 1,39) y haber aprendido mucho no guardó este tesoro para sí. Se apresura y corre donde su hermano Simón Pedro para hacerle partícipe de los bienes que él había recibido. Considera lo que dijo a su hermano: “Hemos encontrado al Mesías (que quiere decir Cristo).” (Jn 1,41) ¿Te das cuenta del fruto de las enseñanzas que aprendió en tan poco tiempo? Demuestra a la vez la autoridad del Maestro que ha enseñado a sus discípulos y, desde los comienzos, el celo de ellos por conocerle.
La prisa de Andrés, su celo por extender en seguida la buena noticia, supone un alma ardiente al ver el cumplimiento de tantas profecías referidas a Cristo. Muestra una amistad verdaderamente fraterna, un afecto profundo y una forma de ser muy sincera, al comunicar así las riquezas espirituales..."Hemos encontrado al Mesías", dice, "no un mesías cualquiera, sino al Mesías que esperábamos".
San Juan Crisóstomo (c. 345-407)
presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilía sobre el evangelio de Juan 19,1
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