“Muchos profetas y justos han deseado ver lo que ustedes ven…”
Mismo antes de la venida del Salvador, los santos no ignoraban que Dios tiene designios de paz para el ser humano. No hacía nada sobre la tierra sin revelarlo a sus servidores, los profetas. Este designio, sin embargo, permanecía escondido a muchos (…). Pero los que presentían la redención de Israel, anunciaban que Cristo vendría en la carne y con él, la paz: “Cuando él vendrá, habrá paz en la tierra”. (…)
Sin embargo, mientras ellos predecían la paz y el autor de la paz tardaba en llegar, la fe del pueblo se debilitaba ya que no había nadie para rescatarlos y salvarlos. Se quejaban de esa tardanza. Anunciado en otros tiempos por la boca de los santos profetas, el Príncipe de la Paz no llegaba. (…) Como si alguien en la multitud respondiera a los profetas: “¿Cuánto tiempo nos tendrán todavía en suspenso? Hace mucho tiempo que ustedes anuncian la paz y ella no llega. Prometen maravillas y todavía hay turbación. Esta promesa nos fue dicha de distintas maneras y en forma variada. Los ángeles lo anunciaron a nuestros padres y nuestros padres nos lo contaron: “Paz, paz: pero no hay paz” (…). ¡Qué Dios pruebe que “sus mensajeros son dignos de fe!”, si es cierto que son sus mensajeros! ¡Qué él mismo venga! ”. (…)
Por eso, sus promesas son dulces y consoladoras: « He aquí que el Señor aparecerá, no mentirá. Si tarda, espéralo, porque va a llegar, no tardará” o también “Su tiempo está cerca, sus días no tardarán”. Finalmente, “Aquí estoy. Haré correr hacia ustedes un río de paz y la gloria de las naciones como un torrente que desborda”.
San Bernardo (1091-1153)
monje cisterciense y doctor de la Iglesia
Sermón sobre el Cantar de los Cantares 2, (Sermons sur le Cantique des Cantiques 2, in: Lire la Bible avec les Pères, VI, Isaïe, Médiaspaul, 2000), trad. sc©evangelizo.org
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