“¡Alégrense!” (Mt 28,9)
“¡Alégrense con Jerusalén y regocíjense a causa de ella, todos los que la aman!” (Is 66,10). ¡Jesús ha resucitado! Alégrense ustedes que estaban antes en la pena, (…): el que ha subido la violencia, resucitó. Lo mismo que el recuerdo de la cruz entristece a nuestra asamblea, que la buena noticia de la resurrección sea su alegría. Que la tristeza cambie en alegría, las lamentaciones en regocijo y que alegría y regocijo llenen nuestros labios, en honor del que después de su resurrección dijo: ¡Alégrense!” (Mt 28,9).
Entiendo cuál era en esos días la pena de los amigos de Cristo, cuando nosotros no decimos nada más de su muerte ni de su sepultura y no proclamamos la buena noticia de su resurrección. Sus espíritus, como en suspenso, esperaban la noticia deseada. Ha resucitado el muerto, el que tenía “su lecho entre los muertos” (Sal 88(87),76) y es liberador de los muertos. El hombre que sin quejarse había portado la deshonrosa corona de espinas, ese hombre, resucitó. Porta la diadema de la victoria sobre la muerte.
Lo mismo que hemos dado testimonios que conciernen su cruz, ahora afirmamos su resurrección con estas pruebas. El Apóstol lo confirma: “Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura” (I Cor 15,4).
San Cirilo de Jerusalén (313-350)
obispo de Jerusalén, doctor de la Iglesia
Catequesis bautismal n°14 (Les catéchèses, coll. Les Pères dans la foi n° 53-54, Migne, 1993), trad.sc©evangelizo.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario