martes, 8 de diciembre de 2015

¡Vuelve a casa, es tiempo de misericordia!

¡Es tiempo de misericordia.. vuelve a casa!
Una coincidencia muy linda es que hoy es la indulgencia de la porciúncula en Asís. La porciúncula es la Iglesia donde San Francisco murió. Cuando el estaba vivo pidió al Papa que concediese indulgencia plenaria, es decir, el perdón de las penas de todos los pecados, a aquellos que entrasen en esa Iglesia. El Papa le preguntó qué día, entonces francisco le dijo: ¡ cualquier día! Como el Papa no podía concederlo todos los días, lo concedió hoy. Entonces si hoy, tu entras a una Iglesia y rezas un Ave María, 1 Padre Nuestro y un Gloria, y por las intenciones del Papa, recibirás la indulgencia plenaria ¡no pierdas esta oportunidad!

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Existe el perdón de los pecados y el perdón de las penas del pecado. Cuando pecas, traes una pena también. Cuando alguien comete un crimen puede ser perdonado pero necesita pagar la pena por el crimen cometido. Quien roba puede ser perdonado pero necesita devolver lo que robó. La pena temporal debido a nuestros pecados es perdonada por la indulgencia plenaria.
¡Vuelve! Hay tanta gente que tiene todo para volver y no quiere, gente terca, que sabe que está haciendo el mal y no vuelve. Hoy el Señor te está llamando, convocando: ¡Vuelve a casa, hijo, hija, es tiempo de misericordia, quiere decir: El cielo está abierto, esperando a que todos los hijos vuelvan.
En San Lucas 15, 11-23. Es la principal parábola sobre la misericordia, pero no es la única. Si ves Lucas 15,1 verás que los pecadores se acercaban a él para escucharlo. Jesús era como un imán que atraía a los pecadores. Los publicanos eran considerados como los traidores de la patria, como los más pecadores, y eran ellos quienes se sentian atraidos por Jesús y se acercaban a Él. Los fariseos murmuraban contra Jesús, hasta lo insultaban, era terrible. Fue por eso que Jesús contó tres parábolas:
La primera es de la Oveja perdida. Ayer yo decía que las ovejas no tienen “faro”, a diferencia de otros animales,  se pierden muy fácil, y pueden caer en precipicios. Cuando el pastor percibe que una de las 100 ovejas se perdió, va a buscarla. Ese pastor corrió un riesgo de perder las 99. ¿Por qué Jesús contó eso? Porque esa oveja era muy preciosa para su corazón. Tu eres esa oveja, eres precioso para Jesús.
La segunda parábola es la de la mujer que tiene varias monedas y pierde una, entonces rebusca en la casa, barre todo hasta las grietas para encontrar su moneda. Yo siempre me imagine que esa mujer era una persona mayor, pero Pepe Flores de la escuela San Andrés nos dijo que no es así, esa parábola se refiere a la tradición de que las mujeres para casarse necesitaban tener un dinero, un dote para poder casarse, juntaban monedas para su casamiento. Entonces esa moneda perdida valía mucho. Más que un matrimonio, se trata de las nupcias con el Reino de Dios , todos nosotros necesitamos eso y entrar en el Reino.
Si eres una moneda perdida… ¡vuelve! no esperes a que Jesús tenga que barrer todo, al contrario, exponte, hazte ver, Jesús te quiere tomar de nuevo.
En la parábola del Hijo Pródigo, en aquel tiempo el padre para poder dar la herencia a sus hijos en dinero,  tendría que vender todo, sus tierras y animales. El padre estaba privándose de  todo lo que había construido durante su vida. Tuvo que vender todo y repartirlo entre los dos hijos, se quedó sin nada. Solo quien es padre, hace algo así. Jesús revela el corazón del Padre.
Repite: El corazón de mi Papa del cielo es así, el se queda sin nada para darme todo.
Pocos días después el hijo fue a un país distante y disipó su fortuna, cometió muchos errores, y malgastó todo lo que era de su papá.
Para los judíos, los cerdos son animales impuros, y ese joven se ve obligado a trabajar con cerdos, con algún judío depravado que había dejado la ley de Dios. Y aún así tenia ganas de comer la comida de los cerdos, se volvió aún más impuro.
Este punto es grave, si estás así escucha: ¡Vuelve a casa hijo, es tiempo de misericordia! El está con los brazos abiertos… Hoy es día de misericordia. Repite: Hoy es el día de salvación, es día favorable para mí.
Te señalo y te digo, tu, vuelve, no importa cual es tu pecado ni cuales son tus secretos: VUELVE.
Repite: Me levantaré y volveré a mi padre y le dire: Papá, pequé contra el cielo y contra ti, no soy digno de llamarme hijo tuyo, trátame como a uno de tus empleados.
El quería volver a casa como empleado, solo quería estar en casa, queria estar cerca de su papá, de su hermano.
Su papá movido por compasión, lo vio primero de lejos, así como estaba, tal vez parecía un mendigo, pero lo reconoció. El hijo comienza a decir el discurso que había preparado, pero el papá no lo dejó terminar. Su papá le devolvió la dignidad de hijo, de su hijo y le puso calzado, porque hasta los zapatos los había perdido, es decir, había perdido la dignidad de una persona humana.
Asi como aquella joven encontró la moneda perdida, el Padre me encontró y yo vuelvo a El. Soy la moneda que se perdió, pero ahora fui reencontrada.



Monseñor Jonas Abib
Fundador de la Comunidad Canción Nueva
Prédica durante el Campamento “Hosanna Brasil” 2015

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