"Esta es una regla de oro: leer la Biblia todos los días.
Sin excepción. Lee cuando tengas deseos y cuando no los tengas también!
Es como un remedio: con o sin deseos -voluntad- lo tomamos,
porque es necesario; con la Sagrada Escritura sucede lo mismo.
Así como alimentamos el cuerpo todos los días,
alimentemos diariamente nuestro espíritu con la Palabra de Dios".
Mons. Jonas Abib.
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