“No me he convertido en sabio (…),
como lo eran las cinco vírgenes prudentes.
El bien fácil, con el difícil,
no lo he adquirido.
He sido un insensato,
al no conservar aceite para mi lámpara:
la misericordia con la virginidad
o la unción de la Fuente sagrada. (…).
Por eso las puertas de la sala de bodas
están cerradas para mí, por mi negligencia.
Pero aquí abajo, mientras yo esté en mi cuerpo,
Tú, mi Esposo, escucha mi alma desposada (…).
Desde ahora grito con sufriente voz:
“Ábreme tu puerta celeste,
introdúceme en la cámara nupcial de lo Alto,
hazme digno del santo beso,
del abrazo puro e inmaculado.
Que no oiga una voz
que responde que no me conoce.
Yo, ciego, la antorcha apagada de mi espíritu
pueda alumbrar, gracias a tu luz”.
San Nersès Snorhali (1102-1173)
patriarca armenio
Jesús, Hijo único del Padre (SC 203, Jésus, Fils unique du Père, Cerf, 1973), trad. sc©evangelizo.org
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