El Padre Pedro de Praga, de la República Checa, influenciado por falsas doctrinas, comenzó a tener dudas sobre la presencia real de Jesús en la Eucaristía. No era por su culpa, sino fue debido a las doctrinas que fueron expandiéndose por su ciudad. Él estaba siendo influenciado por esa mentalidad, pero como era un buen sacerdote, hizo el propósito de ir hasta Roma para buscar la verdadera fe. Hizo esa peregrinación para reavivar la fe en la Iglesia. Más allá de tener dudas, él celebraba Misa todos los días, porque tenía fe en la Iglesia.
Cierto día, antes de decir las palabras de consagración, el Padre Pedro levantó la Hostia y sintió que corría una cosa caliente en sus manos, era Sangre que venía de la Hostia, era la señal de Dios para aquel sacerdote. La Sangre fue cayendo en el altar sobre el corporal hasta llegar al mármol y aún hoy se encuentran las marcas de la Sangre en ese lugar.
Buscó ayuda y entonces guardaron la Hostia llena de Sangre. Una religiosa había pedido al Papa para celebrar la Fiesta de la Eucaristía, y el Papa le pidió a Dios una señal para saber si era su voluntad esa celebración o si era algo humano.
Cuando el Sumo Pontífice escuchó hablar de lo que había ocurrido, fue al encuentro del milagro, y al ver la Hostia llena de Sangre se arrodilló y dijo: “Corpus Christi”. Tomó la Hostia y los objetos y los llevó por la ciudad, tomando ese hecho como una seña del Todopoderoso.
Colocó el corporal con Jesús, que estaba lleno de Sangre, en el ostensorio y recorrió las calles de la ciudad. Con el paso de Cristo todos adornaron sus calles, y es por eso que hasta hoy esa fiesta viene repitiéndose, todo para Cristo Rey. Es Jesús Salvador que viene hasta nosotros para sanar nuestras llagas. En el Evangelio vemos aquella mujer que tenía hemorragias durante doce años, su salud estaba muy frágil, había sufrido y gastado todo su dinero sin conseguir nada. Le fue difícil llegar hasta el Señor, porque lo consideraba santo. Entonces fue por atrás y tocó los flecos de su manto, y Jesús sintió que una fuerza sanadora había salido de Él.
Tal vez te sientas como esa mujer, impuro, con miedo de acercarte al Señor, pero Él lo sabe todo, lo ve todo. Tal vez te sientas una persona destruida, no por ti, sino por alguien más, puede ser que te sientas como un “cachorrito”, pero hasta un cachorro busca la presencia de su dueño.
Jesús te está diciendo: ten fe, ten confianza, aunque te creas indigno ya viniste hasta aquí y tu fe te salvó. Dios va a reconstruir tu vida. ¡Pon tu vida entera a los pies de Nuestro Señor Jesucristo! Te encontraste con la Sangre de Jesús que puede salvarte.
Es Jesús que desciende de la cruz y te levanta diciéndote: “Ten confianza, mi hijo, tu fe te salvó, no caigas más”
Monseñor Jonas Abib
(Fundador de la Comunidad Canción Nueva)
(Fundador de la Comunidad Canción Nueva)
Traducción: Exequiel Alvarez (@ExequielAlvarez)
FUENTE www.cancionnueva.com
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