«Hablaba bendiciendo a Dios»
San Juan, por su nacimiento
pone fin al silencio de Zacarías;
a partir de entonces ya no pudo callarse
el que engendró a la Voz que grita en el desierto (Mt 3,3)
y anuncia por adelantado la venida del Cristo.
Pero ya que la incredulidad por esta causa
había encadenado inmediatamente la lengua del padre,
su manifestación de devuelve la libertad;
así es cómo fue anunciado, después dado a luz
la Voz del Verbo, el Precursor de la Claridad,
que intercede por nuestras almas.
En ese día la Voz del Verbo desata
la voz paterna encadenada por su falta de fe;
de la Iglesia manifiesta la fecundidad,
haciendo cesar la maternal esterilidad.
Antes de la luz se adelanta el candelero,
del Sol de justicia es el reflejo (Ml 3,20),
el rayo que anuncia su venida
para la universal restauración
y la salvación de nuestras almas.
He aquí que se adelanta, de un seno estéril,
el Mensajero del Verbo divino
que iba también a nacer de un seno virginal,
de todos los hijos de mujer el más grande (Mt 11,11),
el Profeta sin igual;
porque las cosas divinas necesitan de un principio maravilloso,
ya sea la fecundidad que un ángel adelanta (Lc 1,7)
o que sin semilla se obre la concepción.
Gloria a ti, oh Dios, que haces maravillas para nuestra salvación...
Apóstol universal,
objeto del anuncio del ángel Gabriel (Lc 1,36),
retoño de la Esterilidad y más bella flor del desierto,
amigo íntimo del Esposo (Jn 3,29),
profeta digno de aclamación
ruega a Cristo se apiade de nuestras almas.
Liturgia bizantina
Lucernario de las Grandes Vísperas de la fiesta de la Natividad de Juan Bautista
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