Existe todo un arte en el saber hablar, pero mucho mas sublime es el de saber escuchar.
Aprender a escuchar con serenidad es lo mismo que saber abrazar con amor y con ternura. Aún teniendo y existiendo diferentes perspectivas en la vida debemos asumir que el silencio también es parte del diálogo, -del hablar y del escuchar-. La elocuencia no esta sellada, marcada ni es mayor cuando se gana por capacidad de argumentación; la más sabia elocuencia esta forjada en la capacidad de empatizar con aquello que está siendo dicho, callado o llorado.
El arte de escuchar es cincelado en nosotros por el Espíritu Santo que sabe que sólo se trata de saber escuchar lo que dice el corazón y es por eso que Él, nuestro Defensor, al amarnos nos habla y nos abraza.
¿Te sientes dispuesto a hacer lo mismo?
¡Buen día, Divino y Santo Espíritu?
¿Qué podemos hacer juntos hoy?
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