La ceguedad de los hombres
[Cristo habla:]
Cuando cree a Adán, le di el don de poderme ver
y por ese don establecerse en la dignidad de los ángeles...
Con sus ojos corporales veía todo lo que yo había creado
pero también con los ojos de la inteligencia,
veía mi rostro, me veía a mí, que soy su Creador.
Contemplaba mi gloria
y conversaba conmigo en todo momento.
Pero, cuando transgrediendo mi mandamiento,
saboreó el árbol, se volvió ciego
y cayó en la oscuridad de la muerte...
Pero me apiadé de él y vine de lo alto.
Yo, el absolutamente invisible,
compartí con él la opacidad de la carne.
Recibiendo de la carne un principio, llegué a ser hombre
y fui visto por todos.
¿Por qué, pues, acepté hacer todo esto?
Porque la verdadera razón
de haber creado yo a Adán es esta: que me pudiera ver.
Cuando se volvió ciego,
y, detrás de él todos sus descendientes al mismo tiempo,
yo no podía soportar estar en la gloria divina y abandonar...
a los que había creado con mis manos;
pero me hice en todo semejante a los hombres,
corpóreo con los corpóreos,
y me uní voluntariamente a ellos.
Ves tú cuál es mi deseo de ser visto por los hombres...
¿Cómo, pues, puedes decir que me escondo de ti,
que no me dejo ver
En verdad, yo brillo, pero tú, no me miras.
Simeón el Nuevo Teólogo (c. 949-1022)
monje griego
Himno 53
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