jueves, 29 de diciembre de 2022

COMPRENDIENDO LA PALABRA

Recibe al Niño en tus brazos

El Maestro de la perfecta humildad no se conformó, Él, quien es el igual al Padre en todo, de someterse a la más bella de las Vírgenes. Se sometió incluso a la Ley afín de redimir y liberar de la esclavitud de la corrupción a «aquellos que estaban bajo la ley, y de compartir la libertad y la gloria de los hijos de Dios» (Gal.4:5 y Rom.8:21). El quiso también que su Madre, aunque totalmente pura, observase la ley de la purificación. Redentor de todos, él mismo quiso ser redimido como primogénito, presentado en el Templo de Dios y quiso que una víctima fuese ofrecida por él en presencia de los justos que exultaban de alegría.

Exulta tú también con ese santo anciano y con Ana. Corre ante la Madre y el Nino, y que el amor triunfe sobre la vergüenza, que el afecto espante el temor. Recibe al Nino en tus brazos, tú también, y di con la esposa: «lo abracé y no lo soltaré más» (Cant.3:4). Mantente con el santo anciano y canta con él: «Ahora, Señor, puedes dejar irse en paz a tu servidor, según tu palabra».


San Buenaventura (1221-1274)
franciscano, doctor de la Iglesia
El Árbol de la Vida

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