martes, 13 de diciembre de 2022

COMPRENDIENDO LA PALABRA

“Juan dio testimonio de la verdad...Él era la lámpara que arde y alumbra.” (cf Jn 5,35)

Esta lámpara, destinada a llevar la luz al mundo entero, me trae una alegría nueva porque, gracias a ella, he reconocido la luz verdadera que alumbra las tinieblas, pero las tinieblas no la han acogido...”(Jn 1,5) Te podemos admirar, Juan, tú el más grande de los santos. Pero imitar tu santidad nos es imposible. Tú te apresuras a preparar un pueblo bien dispuesto para el Señor entre los publicanos y los pecadores. Es necesario que les hables de una manera adecuada a su condición, con palabras más asequibles que el ejemplo de tu vida. Les propones un modelo de perfección no según tu vida, sino adaptado a la debilidad de las fuerzas humanas.

“Dad, pues, fruto digno de conversión.” (Mt 3,8) Pero nosotros, hermanos, nos gloriamos de hablar mejor de lo que vivimos. En cambio, Juan, cuya vida es más sublime que lo que pueden comprender los hombres, sujeta su lenguaje a la capacidad de comprensión de sus oyentes. “Dad, pues, fruto digno de conversión.” “Os hablo de manera humana, en razón de vuestra debilidad en la carne. Si todavía no sois capaces de hacer el bien en plenitud, que se dé, por lo menos, en vosotros una auténtica conversión y arrepentimiento del mal. Si todavía no sois capaces de dar frutos de justicia perfecta, que por lo menos vuestra perfección consista en dar frutos de auténtica penitencia.”


Beato Guerrico de Igny (c. 1080-1157)
abad cisterciense
Sermón 1 sobre San Juan Bautista, 2

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