“Es preciso aprender a expresar nuestros
sentimientos positivos y también los negativos. No vale la pena martirizarse
guardando todo en el corazón. Es preciso aprender el fabuloso arte de
expresarse, especialmente cuando somos provocados por sentimientos destructivos
y sucios. Si ya de por sí es difícil expresar los sentimientos buenos cuánto
más expresar correctamente los sentimientos ruines. Es necesario saber cómo
hablar y, sobre todo, hablar con el objetivo de hacer crecer al otro, de desear
la cura interior del otro y no su destrucción.”
“Necesitamos
descubrir nuestros sentimientos y nuestras reacciones para trabajar
concretamente sobre ellos y no se
transformen con el tiempo en resentimientos.
Es preciso
aprender a convivir
con las
limitaciones del corazón y, aún más,
aprender a
compartir de modo positivo los sentimientos negativos.
La liberación
es consecuencia
de un serio
trabajo y esfuerzo con ese objetivo.
Nadie es
inmune al resentimiento.
Nadie consigue
superarlo por sí mismo, sólo siguiendo algunos consejos.
El ser humano
vive y se abastece por el diálogo.
Ése es el modo
natural de comunicación.
Aunque, muchas
veces, parece que nos olvidamos de algo tan obvio y evidente y, delante de los
problemas de relacionamiento, nos encerramos en un silencio sepulcral. Sin
coraje para dialogar no existe la menor posibilidad de evitar que los problemas
más comunes del día a día acaben por transformarse en resentimiento.
Además del diálogo
honesto, maduro, franco,
abierto y
sincero, es preciso presentar a Dios
nuestras
dificultades de relacionamiento.
Todo lo que
somos y todo lo que sentimos
debe ser
objeto de nuestras oraciones.
La sanación
del resentimiento
es fruto de
esa doble dimensión de la comunicación humana,
diálogo con
las personas y diálogo con Dios (oración)”
P. Leo scj
"A Cura do Ressentimento"; Pg. 73
Editora Loyola
Adaptación y
traducción: Miguel – Comunidad Piedras Vivas
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