lunes, 5 de noviembre de 2012

Palabra y Humildad


¿Recuerdas aquella vieja película “La guerra de los roses”?
Bárbara y Oliver, los protagonistas,
se conocen siendo jóvenes en una subasta de antigüedades. Los dos interesados por una estatuilla.
Éste “tironeo” inicial marcará todo el vínculo matrimonial, permaneciendo como mudo testigo de la destrucción final.  

A lo largo de nuestra vida construimos diferentes tipos de relaciones.
Familiares. De pareja. De comunidad. De trabajo…
En todas ellas entretejemos vínculos, es decir, el “algo que une” se consolida mediante una compleja trama que junta y sujeta opuestos, individualidades, formas de ver y pensar la vida, proyectos, ilusiones…
Todas estas relaciones, necesariamente, exigen de las partes compromiso afectivo.

Bárbara y Oliver construyeron su vínculo silenciando una parte de su historia. El tironeo inicial.
Aquello que no se habla no se restaura.
Lo que no se restaura se resquebraja.

Parece obvio. Pero la vida comunitaria, conyugal, o familiar son un tesoro en vasos de barro
que no puede permanecer en la esfera de lo obvio.

¿Existen “palabras silenciadas” en tus relaciones?
Puede ocurrir que lo silenciado permanezca oculto a nuestra mirada.
Es entonces que debemos pedir con insistencia la Gracia del Espíritu Santo.
La Gracia de su Luz que pone al descubierto nuestras sombras.

Puede ocurrir que, siendo conscientes de antiguos “tironeos”,
no encontremos en el otro “espacios” para la restauración.
Es entonces que debemos pedir, aún con mayor insistencia, la Gracia del Espíritu Santo.
Él actúa siempre. Es Gracia que penetra los corazones más endurecidos.

¿y en lo personal?
Humildad.
Es el principio de Dios para restaurar relaciones.
Es la llave que abre la puerta del poder de Dios para sanar vínculos.

“Dios resiste a los soberbios
y da su gracia a los humildes.”
Santiago 4.6

¡Dios Te Bendice!


Miguel
Comunidad de Oración

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