martes, 8 de octubre de 2013

Primero es lo primero

Un día, un escriba con intenciones escondidas, le preguntó al Maestro de Nazaret sobre la jerarquía e importancia de los mandamientos, para no perderse en lo accidental:

 - Maestro, ¿cual es el primer mandamiento?
Jesús hizo salir la respuesta del corazón del erudito que conocía las Escrituras, para no entrar en polémica alguna y evitar el rechazo sistemáticamente que los profesionales de la fe tenían a sus enseñanzas:
- Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas: Lc 10, 25-27.

Jesús repite la respuesta del escriba, sin embargo, añade que, indisolublemente unido a esta prioridad, existe un doble aspecto: amar al prójimo como nos amamos a nosotros mismos (Mt 22, 39), sin lo cual, el amor a Dios quedaría reducido a un ideal sin fundamento real.

Un profesor, en su aula de filosofía en la Universidad Gregoriana de Roma, sin decir palabra alguna y silbando una canción, presentó un frasco grande y transparente, y procedió a meter unas pelotas de golf. Mientras intentaba introducir otra, preguntó a sus estudiantes si el frasco estaba ya lleno. Los estudiantes respondieron que obviamente ya no cabía otra pelota más.
El maestro sacó una caja con pequeñas canicas y la vació dentro del recipiente. Mientras las canicas se deslizaban entre las pelotas de golf, el maestro esbozaba una sonrisa. Entonces, volvió a cuestionar si el frasco ahora sí estaba repleto. Ellos ya no estaban tan seguros y sólo de algunos brotó un tímido "sí".

Luego, el profesor tomó una caja con arena y la vertió en el frasco, haciendo sonreír a quienes no habían respondido. Por supuesto, la arena rellenó los huecos. El profesor preguntó nuevamente si el frasco estaba lleno. En esta ocasión, los estudiantes respondieron con un "sí" unánime.
El profesor, enseguida, agregó dos tazas de café caliente y, efectivamente, empapó los espacios vacíos entre la arena, e impregnó el ambiente con un suave aroma. Ya no había necesidad de pregunta alguna; sólo los estudiantes movían afirmativamente la cabeza.

Cuando la risa se apagó, el profesor, acariciando entre sus manos tres pelotas de golf, dijo: En el frasco de la vida, coloca primero lo esencial, porque si no, después no habrá lugar para ello. Enseguida vienen las canicas de lo importante: la felicidad, la paz y la salud. Al final, la arena de los aspectos transitorios: cultura, vestido, trabajo, dinero. Las prioridades van primero.
De entre los alumnos se escuchó un murmullo que repetía: "Las prioridades van primero".

El profesor continuó su comentario: "El secreto de una vida armónica y feliz, radica en establecer una jerarquía de valores y vivir de acuerdo a ella. Ciertamente lo que para uno es esencial, puede ser secundario para otro, y lo que es transitorio para ti se podría transformar en importante para otro; pero lo que cuenta es que debe existir esta jerarquía en cada uno de nosotros, De otra forma, corremos el riesgo de llenar el frasco de nuestro tiempo con lo accidental y olvidar lo verdaderamente esencial".

El profesor ya se retiraba, cuando el alumno más joven le preguntó:
-  Maestro, ¿y la taza de café?
-  Ah, respondió el profesor, a pesar de todo lo que tienes que hacer, debes dejar un espacio para una taza de café con los amigos, para perder el tiempo tirado en la playa, ver una película y hacer una caminata con los pies descalzos... Y ahora, me perdonan. Voy a tomarme mi taza de café.

Jesús nos mostró la necesidad de la jerarquía de valores cuando definió el primer mandamiento, el cual tiene tres partes: Amar a Dios, amar al prójimo y amarnos a nosotros mismos. No se pueden separar, pues la eliminación de algún aspecto, repercute irremediablemente en los otros dos. Se trata del alma de la conducta del creyente. Esto correspondería a las pelotas de golf.
Pero, luego vienen las canicas de los factores esenciales, como la amistad, la salud, la paz o la familia, para al final colocar la arena de lo necesario o conveniente, como la comida, el vestido, el trabajo o el auto. El secreto radica en dar su lugar y tiempo a cada cosa: primero es lo primero; porque cuando sobrevaloramos lo secundario, se corre el riesgo de perder lo esencial.
Jesús establece el Reino como la prioridad de vida y todo lo demás es considerado añadidura (Lc 2, 71; Mt 6, 33). El Reino representa al plan de Dios para que seamos felices en este mundo y en el otro. Pero, para lograrlo, primero es lo primero: Amar a Dios sobre todas las cosas, a nosotros y a nuestro prójimo. Sin embargo, en la apretada agenda del Maestro de Nazaret, se daba el tiempo para ir a la casa de sus amigas Marta y María en Betania, o al hogar de Simón en Cafarnaúm, para comer un sabroso pescado con sus amigos (Lc 10, 38; Mt 17, 25).

ORACIÓN

Señor Jesús, yo soy como ese recipiente de cristal que necesito ser llenado de tu amor para desbordarlo tanto en mí como a mi alrededor. Inúndame con tu amor, para que te pueda amar sobre todas las cosas, con toda mi alma y con todas mis fuerzas, amándome también a mí mismo, para ser capaz de amar también a mi prójimo.
Señor, sé que si coloco estas pelotas de golf al principio, todo lo demás caerá en su lugar.
Y que al final, me quedará tiempo hasta para tomar un café con mis amigos.
 Amén.

RECUERDA:
Primero es lo primero, lo demás es añadidura

Jose H Prado Flores
Escuelas de Evangelización San Andrés

No hay comentarios:

Publicar un comentario