Evangelio según San Mateo 24,42-51
Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor.Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa.Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.¿Cuál es, entonces, el servidor fiel y previsor, a quien el Señor ha puesto al frente de su personal, para distribuir el alimento en el momento oportuno?Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo.Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.Pero si es un mal servidor, que piensa: 'Mi señor tardará',y se dedica a golpear a sus compañeros, a comer y a beber con los borrachos,su señor llegará el día y la hora menos pensada,y lo castigará. Entonces él correrá la misma suerte que los hipócritas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
Queridos amigos
Los textos de hoy, pertenecen al quinto y último gran discurso del evangelio de Mateo: es el discurso escatológico, completado con distintas recomendaciones que llaman a la vigilancia.
Decía Theodor Adorno «los hombres de nuestro tiempo son capaces de todo, incluso del amor, pero no de la fidelidad». Parece que acertaba. Uno de los personajes de la novela y la película “El Diario de Brigitte Jones”, de Helen Fielding, venía a decir lo mismo: vivimos “en la cultura de los tres minutos”, y lo refería a la crisis de las relaciones amorosas de larga duración. Años antes que Fielding, el dibujante Romeu presentaba una tira de viñetas alusivas al nomadismo religioso de los jóvenes: abandonaban su tradición católica, se dejaban atraer por el budismo, luego se asomaban a cultos sincretistas y así mariposeaban de religión en religión, sin “atarse” a ninguna.
El evangelista lanza un aviso a los dirigentes de las comunidades cristianas y a todos en general: nos llama a la fidelidad al Señor plasmada en la constancia en un servicio solícito. La erosión del tiempo, la aparición de problemas, la indiferencia de muchos, la oposición de otros, la sensación de que no se avanza ni se mejora y, en fin, las tensiones en el seno del grupo ponen a prueba la solidez de nuestras adhesiones y la tenacidad en el cumplimiento de nuestros compromisos. ¿Salimos airosos de estas pruebas?
La Madre Teresa de Calcuta decía lo siguiente: “Lo que a nosotros se nos pide no es éxito, sino fidelidad. Si en esa fidelidad nos tenemos que desvivir, habremos aprendido la verdadera sabiduría de la vida”. ¡Ojalá podamos decir: “soy fiel, luego existo”!
CR
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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