«Todos sois hermanos»
«Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, dice Jesús, yo estoy en medio de ellos» (Mt 18,20)... Pero ¿qué es realmente lo que veo? Los cristianos que sirven bajo el mismo estandarte, bajo el mismo jefe, se devoran y se desgarran: ¡unos por un poco de oro, otros por la gloria, algunos sin ningún motivo, otros por el placer de un buen nombre! Entre nosotros, el nombre de hermanos es una palabra vana...
Respetad esta mesa santa donde todos estamos convocados; respetad a Cristo inmolado por nosotros; respetad el sacrificio que se ofrece... Después de haber participado en dicha mesa y haber comulgado tal alimento, ¿Cogeremos los armas unos contra otros, cuando deberíamos armarnos todos juntos contra el demonio?... ¿Olvidamos este adversario, para lanzar nuestras flechas contra nuestros hermanos? ¿Qué flechas, diréis? Las que lanzan la lengua y los labios. No sólo hay flechas con puntas de hierro que hieren: algunas palabras causan lesiones mucho más profundas.
San Juan Crisóstomo (c. 345-407)
presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Octava Homilía sobre la Carta a los Romanos, 8; PG 60, 464
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