Evangelio según San Mateo 17,22-27
Mientras estaban reunidos en Galilea, Jesús les dijo: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres:lo matarán y al tercer día resucitará". Y ellos quedaron muy apenados.Al llegar a Cafarnaún, los cobradores del impuesto del Templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: "¿El Maestro de ustedes no paga el impuesto?"."Sí, lo paga", respondió. Cuando Pedro llegó a la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: "¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes perciben los impuestos y las tasas los reyes de la tierra, de sus hijos o de los extraños?".Y como Pedro respondió: "De los extraños", Jesús le dijo: "Eso quiere decir que los hijos están exentos.Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, ve al lago, echa el anzuelo, toma el primer pez que salga y ábrele la boca. Encontrarás en ella una moneda de plata: tómala, y paga por mí y por ti".
Queridos amigos y amigas:
Recordamos hoy a Edith Stein , filósofa, pensadora judía convertida al cristianismo y carmelita descalza a la hora de morir en la cámara de gas de Auschwitz, sin dejar que su nueva “condición” carmelitana le evitara lo que su hermana Rosa, sus amigos y tantos otros iban a vivir. Posiblemente no lo hizo por simple solidaridad ni siquiera por coherencia personal; que ya es mucho. Quizá entendió muy bien la afirmación de Jesus: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma… hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados… No tengáis miedo…
Edith decide a los 15 años dejar de rezar pues cuanto más lee, reflexiona y aprende, más imposible le parece que pueda existir un Dios personal, a pesar del gran testimonio creyente que ve en su madre. Estudia fenomenología con Husserl, trabaja en la I Guerra Mundial como enfermera, consigue el doctorado “summa cum laude”, nunca deja de preguntarse y de buscar sinceramente la verdad, aprende con Max Scheler a mirar las cosas sin prejuicios ni barreras… Una tarde de verano lee casualmente la autobiografía de Teresa de Ávila y se convierte al cristianismo; siente que por fin, su búsqueda ha terminado.
Esta mujer “pensadora, mística y mártir” como decía Juan Pablo II al nombrarla copatrona de Europa, que rompe con los tópicos de una vida monástica y religiosa sólo para gente apocada, miedosa, ingenua, resignada, ajena al mundo… Todo lo contrario. Una mujer que supo, al conocer a Cristo, que no hay lugar para el miedo y que toda búsqueda sincera no será nunca en balde.
CR
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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