«Una fe sin don, sin gratuidad, sin obras de caridad al final nos entristece: como aquel hombre que, aunque mirado con amor por el mismo Jesús, volvió a casa «entristecido» y ‘apenado’ (v. 22) . Hoy podemos preguntarnos: ‘¿Cuál es la situación de mi fe? ¿La vivo como algo mecánico, como una relación de deber o de interés con Dios? ¿Me acuerdo de alimentarla dejando que Jesús me mire y me ame?’. Dejarse mirar y amar por Jesús; dejar que Jesús nos mire, nos ame. ‘Y, atraído por Él, ¿correspondo con gratuidad, con generosidad, con todo el corazón?’. Que la Virgen María, que dijo un sí total a Dios, un sí sin peros —no es fácil decir sí sin peros: la Virgen lo hizo, un sí sin peros—, nos haga gustar la belleza de hacer de la vida un don»
Francisco
Ángelus
10-10-2021
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