«El diablo a menudo llega “con ojos dulces», «con cara de ángel»; ¡incluso sabe disfrazarse de motivaciones sagradas, aparentemente religiosas! Si cedemos a sus halagos, acabamos justificando nuestra falsedad enmascarándola con buenas intenciones. Por ejemplo, cuántas veces hemos escuchado esto: “He hecho cosas extrañas, pero he ayudado a los pobres”; “me he aprovechado de mi rol —de político, de gobernante, de sacerdote, de obispo—, pero también para hacer el bien”; “he cedido a mis instintos, pero al final no le he hecho daño a nadie”, estas justificaciones y cosas por el estilo, una detrás de otra. Por favor, ¡no hay que hacer tratativas con el mal!»
Francisco
Ángelus
06-03-2022
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