Si os mantenéis en mi palabra seréis de verdad discípulos míos: conoceréis la verdad y la verdad os hará libres»
«Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud» (Ex 20,2). Estas palabras no se dirigen solamente a los que, antaño, salieron de Egipto; se dirigen, principalmente a ti que las escuchas ahora si, a pesar de todo, sales de Egipto... Reflexiona: los quehaceres de este mundo y las acciones de la carne ¿no serán esta esclavitud, y al contrario, la huida de las cosas de este mundo y la vida según Dios no serán la libertad, según lo que dice el Señor en el Evangelio: «Si os mantenéis en mi palabra seréis de verdad discípulos míos: conoceréis la verdad y la verdad os hará libres»?
Sí, Egipto es la esclavitud; Jerusalén y Judea, la libertad. Escucha lo que dice el apóstol refiriéndose a ello...: «La Jerusalén de arriba es libre; ésa es nuestra madre» (Gal 4,26). Y, así como a Egipto, que es una provincia terrestre, se la llama casa de la esclavitud, Jerusalén y Judea es, para los hijos de Israel, casa de la libertad; así, de igual manera, se puede decir que la Jerusalén celeste es la madre de la libertad, y el mundo entero con todo lo que es suyo es una casa de esclavitud. En otro tiempo hubo, como castigo del pecado, un lugar de paso del paraíso de la libertad a la esclavitud de este mundo...; por eso la primera palabra con la que empiezan los mandamientos se refiere a la libertad: «Yo soy el Señor, tu Dios, que te he sacado de la tierra de Egipto, de la esclavitud».
No hay comentarios:
Publicar un comentario