“Tú te abriste un camino por las aguas, un vado por las aguas caudalosas” (Sl 76,20)
Santo eres tú, Señor, Dios todopoderoso,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
el paraíso de la felicidad, el cetro real,
el amor suntuoso, la esperanza cierta…
Santo eres tú, Señor Dios,
tú eres “el Rey de los reyes y Señor de los señores.
Sólo tú posees la inmortalidad.
Tú habitas en una luz inaccesible
que nadie ha visto jamás” (1Tm 6,15-16).
Tú te paseas sobre las alas del viento (Sl 103,3);
tú has creado el cielo, la tierra y el mar
y todo lo que contienen (Hch 4,24).
Tú tienes a los vientos por mensajeros
y al fuego llameante por ministro (Sl 103,4);
tú has creado al hombre a tu imagen y semejanza (Gn 1,26),
tú has medido el cielo con tu palmo
y la tierra entera con el dedo de tu mano (Is 40,12).
Sí, tus obras son bellísimas en tu presencia.
Oración llamada “de Pedro y de los demás apóstoles”
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